Esta calle, ubicada en el barrio del Cerro del Águila al este de la ciudad (41006), tiene una longitud de 215 m que discurren entre la calle Lisboa donde comienza y la calle Tarragona donde finaliza, y fue rotulada en 1936 en honor del escritor francés Julio Verne (l828-1905), prolífico autor de obras sobre el futuro del hombre y la ciencia, considerado como “padre de la novela de ciencia ficción”.
De ella calle más que decirle tengo y del escritor, de
quien se cumple este año el centésimo nonagésimo quinto (195.º) aniversario de
su nacimiento, solo destacar por ahora lo que es sabido: fue un prolífico autor
con más de sesenta novelas en su haber, y si bien es cierto que no fue el
primero en abordar temas científicos, no lo es menos que lo fue en tratarlos
con un rigor y atractivo sin parangón hasta entonces.
Queda por tanto muy lejos de la realidad esa imagen suya de escritor infantil, sin profundidad intelectual, que las adaptaciones cinematográficas y las traducciones abreviadas han generado a lo largo del tiempo.
Protociencia
ficción
Como cierto es también que Verne, sin ser
científico ni ingeniero, estaba muy bien informado de los avances tecnológicos
de su época, leía todo lo que se publicaba de ciencia y tenía además un
magnífico equipo de asesores especializados.
En otras palabras, disponía de todo lo necesario para dar
una visión positivista de su época, en la que se pensaba que la ciencia estaba
para mejorar la calidad de la vida de las personas. Qué tiempos aquellos.
Sin duda alguna en el francés se aunaban la ilusión fabuladora del escritor con el pragmatismo técnico del científico, es decir, tecnociencia y aventura juntas de la mano, una mezcla creativa y explosiva y todo ello en la segunda mitad del siglo XIX.
No obstante, conviene resaltar que nuestro escritor es
más bien un pionero de la protociencia ficción, junto con el británico H.
G. Wells (1866-1946), y no de la más propiamente llamada ciencia ficción
que vendría algo después.
En cualquier caso, es sabido que ‘todo lo que una
persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad’.
‘De la
Tierra a la Luna’, 1865
Un buen ejemplo de lo que les digo es su novela ‘De la
Tierra a la Luna’ en la que, con una gran base científica y tecnológica,
extrapola los límites del conocimiento de la época y hace predicciones sobre su
desarrollo y evolución. Y como no puede ser de otra forma, tiene aciertos y
comete errores.
Seguidor estricto de los principios científicos conocidos ofrece, claro, unas soluciones muy parecidas a las que, cien años después, los ingenieros astronáuticos encontrarían. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 27 de marzo de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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