lunes, 8 de agosto de 2022

Proyecto nuclear “Islero”: Orígenes (1)

(Continuación) Y aunque es cierto que por aquellos entonces, los posteriores al conflicto bélico, España estaba en otros menesteres y tenía otras cuitas, no es menos cierto que lo nuclear no andaba tan lejano de nuestros intereses como pudiera parecer a primera vista. Le digo esto porque la historia de la energía nuclear en España comenzó en octubre de 1948. O sea que.

JIA, JEN Y CIEMAT

Resulta que en suelo patrio el dictador, con cierto carácter estratégico, creaba en el otoño de 1948 y mediante un decreto de carácter reservado, la secreta Junta de Investigaciones Atómicas (JIA). La misma institución que, una vez finalizada su fase secreta, en 1951 era rebautizada como Junta de Energía Nuclear (JEN), un centro de investigaciones relacionadas tanto con las centrales nucleares como con la física experimental de partículas elementales.

Y que, con posterioridad, en 1986, fue transformada en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), un organismo público de investigación en: materias de energía y medio ambiente; diferentes tecnologías de vanguardia y algunas áreas de investigación básica.

Es probable que le suenen los tres acrónimos encadenados, pero no adelantemos acontecimientos, porque quizás no esté del todo claro por qué España creía necesitar o realmente necesitaba, de su propia bomba nuclear.

¿Por qué disponer de una bomba nuclear?

Naturalmente, y sobre todo, por motivos bélicos -no digo ofensivos que también, pero sí defensivos- que en aquellos momentos a buen seguro no faltaban, le sitúo. Con la Guerra Fría como telón de fondo y junto a sus inevitables tensiones internacionales coexistían: la carrera armamentística mundial, el particular y estratégico papel de España en el continente europeo y, sobre todo, las complicadas relaciones con Marruecos.

No olvidemos, un país independiente desde 1956 y con declaradas pretensiones sobre otros territorios, como el Sahara, por aquel entonces español. Una conflictiva situación sobre la que Estados Unidos ya se había pronunciado: en caso de guerra no vendría en nuestra ayuda.

Así que Franco lo tenía claro, no quería quedarse atrás en la ofensiva nuclear que, no falto de cierta razón, consideraba fundamental para la defensa ante posibles amenazas externas. Y en esa tesitura aprovechó el tablero geopolítico de la segunda mitad del siglo XX.

‘Átomos para la paz’ (1953)

Una estrategia que pudo tener como detonante el histórico discurso pronunciado en 1953 por el presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower, en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. (Continuará)

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