[Esta entrada apareció publicada el 17 de junio de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
La del tiempo es una de esas cuestiones que causan profundo interés en distintos campos del saber humano. Lo hizo en el pasado, cuando su medida se realizaba mediante observaciones astronómicas, y lo hace hoy día también porque, tiempo y universo quizás empezaran a la vez. Entonces, si es así, ¿cuál es la fecha de la creación del universo?, y antes, ¿qué hacía Dios con su tiempo?
Para la
primera de las preguntas, ya en el siglo IV, San Agustín estimaba desde
el campo de la lógica que podría haber ocurrido en el 5500 a. C., no está mal
la respuesta del santo. Con posterioridad un astrónomo, Johannes Kepler,
y después un físico, Isaac Newton, la fijaron hacia el 4000 a. C. Otro
acercamiento, algo más científico, al asunto éste de la edad del universo.
Sin embargo, quien en realidad se enfrentó al que sin duda alguna es el enigma más grande de la cosmología, fue un teólogo irlandés del siglo XVII llamado James Ussher. Él sí que cogió al toro por los cuernos, le cuento.
Reconocida autoridad en la
cronología bíblica, el obispo Ussher, partiendo de estas santas estimaciones y
en 1658 concluyó que Dios empezó a formar los cielos y la tierra, agárrese, a
las 18:00 del sábado 22 de octubre del 4004 a. C.
Así, como lo
lee, con un par, ¿hay quien dé más? Que yo sepa y hasta la fecha no, porque además
este hombre de Dios también fijó la de otros eventos, por ejemplo: la expulsión
de Adán y Eva del Paraíso, el lunes 10 de noviembre de 4004 a. C.; o el final
del Diluvio Universal, cuando el arca de Noé se posó sobre el monte Ararat, el
miércoles 5 de mayo del 2348 a. C. ¿Qué me dice?
Y antes, ¿qué hacía Dios con su tiempo? Es otra pregunta cuya suspecta respuesta suele venir acompañada de una retahíla de leyendas de las que le voy a contar una que, con toda probabilidad, es apócrifa; una de esas que adjudican a determinadas personas, hechos que nunca le sucedieron y frases que jamás pronunciaron.
Parece ser que cuando el obispo hizo semejante afirmación ante sus correligionarios, un alma bendita, quizás un escéptico, le inquirió: “Y diga vuestra merced, santo padre, ¿qué hacía Dios con su tiempo antes de crear el cielo y la tierra?”. Dicen que el dublinés, sin dudarlo un instante, le rugió: “¡Creaba el infierno para los que hacen preguntas como ésa!”. Se ve que no le debió gustar.
Bueno, otra leyenda más, en honor a la verdad he de decirle que existen textos que atribuyen esta historia nada menos que a San Agustín. Le dejo con el anglicano, ‘No hay coqueteo con Dios’.
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