viernes, 1 de mayo de 2020

“Conocemos a los hombres por sus palabras” (1)

A pesar de lo que podamos creer, desde el siglo VI que aparecieron las abadías, hasta el siglo XII cuando se fundaron las primeras universidades, las mujeres de la nobleza europea recibía idéntica educación que sus hermanos varones, la misma, sin distinción de sexo.
Instruidas casi siempre por religiosas, aprendían desde buenos modales hasta principios de lectura, pasando por administración feudal y todos aquellos conocimientos necesarios para el desempeño de su aristocrática vida. Visto así, sin duda, hay creencias en el ser humano que nos alientan.
Por el contrario, las de clase baja no recibían ningún tipo de educación, en realidad casi como sus hermanos varones, total para qué, qué necesidad tenían de ser instruidos sobre todo ellas. Igualmente visto, tambien hay creencias en el ser humano que nos dominan.
Una mala situación social que con el surgimiento de las universidades cambió a peor y para ellas, claro. En concreto para la mayoría de las nobles europeas, cuyo privilegio de la educación terminó al ser excluidas de ella así sin más, eso sí con la excepción de España e Italia. Una singularidad a tartar, que aparcamos por ahora en interés del interés del hombre, claro de quién si no.
‘Todo por vosotras, pero sin vosotras’
Un remedo adelantado ex profeso para el medievo, de la conocida expresión francesa del siglo XVIII utilizada como lema del despotismo ilustrado, ya saben, ‘Tout pour le peuple, rien par le peuple’, que en castellano se suele traducir por “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Y de él le he parafraseado el subtítulo de más arriba, ‘Todo por vosotras, pero sin vosotras’, para justificar la pérdida de acceso a una educación como la de los varones, que se hacía eso sí por su bien, por su bien según los hombres, claro. Como lo lee.
Todos los manuales sobre educación coincidían en advertir del peligro que suponía para las hijas, sólo para ellas, el hecho de ser instruidas. Ya que  eran consideradas seres de intelecto inferior, su instrucción no sólo se veía superflua e innecesaria, sino que se consideraba, ya lo hemos adelantado, peligrosa para ellas. Con razón, María de Francia en el siglo XII se pronuncia en estos términos: “Conocemos a los hombres por sus palabras”.
Una poetisa, la primera en lengua francesa, de la que los eruditos desconocen su identidad por lo que son varias las mujeres históricas que se han sugerido como candidatas y cuyo nombre se ha deducido de una de sus obras: ‘Marie ai nun, si sui de France...’ ("Mi nombre es María, y soy de Francia..."). En cualquier caso fue una mujer que contaba con una gran cultura y hablaba latín.
Como consecuencia de esta exclusión de las universidades, la mayoría de las mujeres de la Baja Edad Media y comienzos de la Moderna, no recibieron ninguna educación. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas



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