(Continuación) Con ella confirmó que la llave se cargaba eléctricamente,
demostrando así que las nubes están
cargadas de electricidad y que los rayos son descargas eléctricas. Ojo, no
confundir rayo, relámpago y trueno. Uno
es la causa y los otros con los efectos. Como sabemos, gracias a este
experimento, el estadounidense creó un año más tarde, el que fue su invento más
famoso, el pararrayos.
Bueno pues al año siguiente, e influenciado por él, Richmann se dedicó
al estudio de la electricidad
atmosférica, repitiendo sus experiencias y utilizando unos enormes globos
de centellas eléctricas. Y por algún motivo no claro, unos dicen que
electrocutado por una descarga y otros que golpeado en la cabeza por uno de los
globos que se soltó, nuestro hombre murió.
Ni que decir tiene que, gracias a su fallecimiento, desde entonces
sabemos de la peligrosidad de la electricidad. Perdón. Ya en serio, de este
luctuoso sucedido tenemos constancia por el científico inglés Joseph Priestley (1732-1804), quién en
su voluminosa obra (700 páginas) de 1767, La
Historia y el Estado Presente de la Electricidad, prácticamente lo canonizó
como el primer mártir de la ciencia eléctrica.
No se puede pensar otra cosa al leer lo que escribió de él: ‘No todo electricista puede morir de manera
tan gloriosa, como el justamente envidiado Richmann’. Llamo la atención del
lector sobre el dudoso honor que le concede al incluirlo en ese selecto y justo
club de envidiados.
Scheele o eso no se prueba
El sueco Carl Wilhelm Scheele
(1742-1786) fue uno de los mejores químicos del siglo XVIII, y contribuyó
de manera significativa para situar a Suecia en la vanguardia no tanto de la
ciencia química como de la mineralogía
de la época. Y no quedó ahí la cosa de sus aportaciones.
Descubrió un proceso similar a la pasteurización
y la acción que la luz ejerce sobre las
sales de plata. Y además su nombre está asociado con el que es hoy día, en
pleno siglo XXI, uno de los mayores misterios de la astrofísica y astroquímica,
la composición de la materia oscura.
Pero también descubrió varias sustancias
simples y compuestos químicos.
Entre las primeras: el oxígeno O2
en 1772, lo hizo de forma independiente y algún tiempo antes que Joseph Priestley; el cloro Cl2, en 1774; el bario Ba, en 1774; el manganeso Mn, en 1774; o el molibdeno en 1778. Y durante un tiempo
se le atribuyó de forma incorrecta el descubrimiento del wolframio W.
Y entre los segundos, los compuestos químicos, se le atribuye el
descubrimiento, entre otros, de: el ácido
cítrico, el ácido úrico, el ácido tartárico, el glicerol, la albúmina vegetal, el ácido cianhídrico, el fluoruro de hidrógeno y el sulfuro de hidrógeno.
Desde aquí, sólo un defecto de método que reprochar al bueno de Scheele. Por lo que se ve, y a falta de
mejores sistemas de identificación, tenía la mala costumbre de probar las
sustancias químicas que utilizaba. Un mal hábito que se piensa fue la causa de
su temprana muerte (43 años) por un envenenamiento
con mercurio. (Continuará)
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