Al margen del estado físico de agregación en el que se puedan encontrar (sólido, líquido o gaseoso) y de la forma en la que actúan, bien sobre la superficie corporal o, de forma más grave, sobre órganos internos y sistema nervioso, a los venenos los podemos agrupar en cuatro (4) categorías por su origen:
a) Animal, como el de
serpientes, escorpiones, abejas y otros.
b) Vegetal, como las ‘plantas
venenosas’. A destacar que la mayoría de las plantas medicinales contienen
sustancias tóxicas que son venenos a determinadas concentraciones, sirva de
ejemplo, la ya citada cicuta.
c) Mineral, como el arsénico, As (s), una de las sustancias tóxicas más abundante en la
naturaleza (ya saben aquello de ‘Arsénico
por compasión’, o cuando matar es fácil) o el mercurio, Hg (l).
d) Artificial, como otras muchas
de las sustancias sintetizadas por el hombre en la industria, seguro que les
suenan algunas. Por poner uno el ántrax,
cuya inhalación inicia un estado gripal que no cesa hasta destruir el sistema respiratorio y con él, la vida
de su víctima, siendo también letal a través del tacto. O el gas sarín, sintetizado en un principio
como pesticida, pero del que basta una pequeña dosis para llevar a una persona
a un coma del cual no despertará.
Proximidad casera de los venenos
En realidad, algunos de los venenos forman parte de la vida cotidiana de
muchas personas sin que lo sepan, lo que evidencia un preocupante nivel de
desinformación que, en ciertos casos, puede costarnos la vida.
De ahí que no esté de más el antañón y conocido pictograma universal del
cráneo y las tibias cruzadas, que nos permita reconocer un veneno aunque lo desconozcamos
todo, o casi todo, de él. Precaución. Entre otros se me ocurren:
a) Tetrodotoxina o TTX. Una neurotoxina mortal de actuación
potente y rápida, de origen principalmente marino y que se encuentra en el fugu o pez globo, una delicadeza culinaria en Japón. Se trata de un veneno
que no desaparece con la cocción y su toxicidad es tal que puede acabar con la
vida de una persona adulta en pocas horas, después de haberlo paralizado
completamente.
b) Toxina botulínica. Una
neurotoxina elaborada por una bacteria
denominada Clostridium botulinum, uno
de los venenos más poderoso que existen y causante de la enfermedad conocida
como botulismo. Como tal, el peligro
proviene de su ingesta, ya que produce un colapso del sistema nervioso y
provoca una muerte terriblemente dolorosa.
Cabe mencionar que hoy día, se utiliza en tratamientos de belleza donde se
le conoce como bótox. Entonces, ¿veneno o remedio? Un aparente dilema al que
el poeta de Sevilla da respuesta: ‘Todo
es cuestión de medida: un poco más, algo menos’.
c) Mercurio. Un metal en
estado líquido en condiciones ambientales, que no por su ingesta, pero sí por
su inhalación, puede poner en grave peligro al atacar el sistema respiratorio y
el nervioso central. Consciente de ello, desde finales de 2008, la UE prohibió la fabricación de termómetros de mercurio para usos clínicos
y domésticos. Era el adiós al viejo termómetro de toda la vida, pero sus nocivos
efectos así lo exigen. (Continuará)
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