Tres, como las hijas de Elena, pero de los que no se puede decir,
¿recuerda?, “Tres eran tres las hijas de
Elena, tres eran tres y ninguna era buena”. No.
Estos son sucedidos de naturaleza astronáutica
y, además, los tres son buenos, de hecho, muy buenos. Les supongo al tanto. El
comienzo de año, con la tripleta de contactos en el espacio, no ha podido ser
más espectacular en este campo del conocimiento humano, mezcla de ciencia e ingeniería y relacionado con los viajes espaciales, tripulados o
no, fuera de la atmósfera de la Tierra.
Un trío que, solapándose en el tiempo, barre casi por completo la escala
espacial de nuestro sistema solar, y
que le expongo en orden de lejanía a la que se han producido los encuentros
entre artefactos humanos y cuerpos celestes.
Primero. La observación del cuerpo más lejano que hayamos visitado en
nuestro sistema solar, y que tiene el inquietante nombre de ‘Ultima Thule’ no sin razón, ya
que se encuentra a 6 000 000 000 km de distancia. El encuentro fue posible
gracias a la sonda estadounidense ‘New
Horizons’, y ocurrió el pasado 1 de enero de 2019.
Segundo. La orbitación de un asteroide
a solo 1,5 km de su superficie. Una maniobra nunca intentada con una roca tan
pequeña como ésta que tiene unos 500 m de diámetro. La operación sucedió
también el 1 de enero y tuvo lugar a 110 000 000 km de la Tierra, una distancia
del orden de unas 60 veces inferior a la del anterior cuerpo cósmico. En este
caso fue la sonda ‘Osiris-Rex’ de la NASA, la encargada de orbitar sobre el
asteroide de nombre ‘Bennu’, y
con esta misión se han establecido dos récords. Uno de tamaño, es el cuerpo
celeste orbitado más pequeño, y otro de radio orbital, es la menor distancia a
la que se ha realizado.
Tercero. El primer alunizaje
en la cara oculta de nuestro satélite
natural, y por tanto a unos 386 000 km de distancia, lo que implica un rango de
unas 300 veces menor que lo de ‘Bennu’ y unas 18 000 que lo de ‘Ultima’. Tuvo
lugar el pasado 3 de enero por la sonda china ‘Chang’e 4’, que llevaba a bordo una peculiar carga: huevos de
gusanos de seda y semillas de patata y de otra planta, los primeros posibles
habitantes del satélite. La intención ya se la puede imaginar. Por cierto, “cara oculta” y no “cara oscura”, un error que contribuyó a propagar el grupo Pink Floyd con su disco The Dark Side of the Moon. Le dejo con
el físico ruso y su cita: ‘La Tierra es
la cuna de la Humanidad, pero no podemos vivir para siempre en la cuna’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 18 de enero de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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