martes, 5 de febrero de 2019

Tres hitos, tres [CR-26]

Tres, como las hijas de Elena, pero de los que no se puede decir, ¿recuerda?, “Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena”. No.
Estos son sucedidos de naturaleza astronáutica y, además, los tres son buenos, de hecho, muy buenos. Les supongo al tanto. El comienzo de año, con la tripleta de contactos en el espacio, no ha podido ser más espectacular en este campo del conocimiento humano, mezcla de ciencia e ingeniería y relacionado con los viajes espaciales, tripulados o no, fuera de la atmósfera de la Tierra.
Un trío que, solapándose en el tiempo, barre casi por completo la escala espacial de nuestro sistema solar, y que le expongo en orden de lejanía a la que se han producido los encuentros entre artefactos humanos y cuerpos celestes.
Primero. La observación del cuerpo más lejano que hayamos visitado en nuestro sistema solar, y que tiene el inquietante nombre de ‘Ultima Thule’ no sin razón, ya que se encuentra a 6 000 000 000 km de distancia. El encuentro fue posible gracias a la sonda estadounidense ‘New Horizons’, y ocurrió el pasado 1 de enero de 2019.
Segundo. La orbitación de un asteroide a solo 1,5 km de su superficie. Una maniobra nunca intentada con una roca tan pequeña como ésta que tiene unos 500 m de diámetro. La operación sucedió también el 1 de enero y tuvo lugar a 110 000 000 km de la Tierra, una distancia del orden de unas 60 veces inferior a la del anterior cuerpo cósmico. En este caso fue la sonda ‘Osiris-Rex’ de la NASA, la encargada de orbitar sobre el asteroide de nombre ‘Bennu’, y con esta misión se han establecido dos récords. Uno de tamaño, es el cuerpo celeste orbitado más pequeño, y otro de radio orbital, es la menor distancia a la que se ha realizado.
Tercero. El primer alunizaje en la cara oculta de nuestro satélite natural, y por tanto a unos 386 000 km de distancia, lo que implica un rango de unas 300 veces menor que lo de ‘Bennu’ y unas 18 000 que lo de ‘Ultima’. Tuvo lugar el pasado 3 de enero por la sonda china ‘Chang’e 4’, que llevaba a bordo una peculiar carga: huevos de gusanos de seda y semillas de patata y de otra planta, los primeros posibles habitantes del satélite. La intención ya se la puede imaginar. Por cierto, “cara oculta” y no “cara oscura”, un error que contribuyó a propagar el grupo Pink Floyd con su disco The Dark Side of the Moon. Le dejo con el físico ruso y su cita: ‘La Tierra es la cuna de la Humanidad, pero no podemos vivir para siempre en la cuna’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 18 de enero de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer.





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