lunes, 25 de febrero de 2019

‘El "científico loco"’ (2) [Libro Recomendado-092]

(Continuación) “Y como les decía, entre ellos había de todo, pero ninguno era un cantamañanas embaucador, no se equivoquen”, así acababa la entrega reseñera de ayer, que hoy arranco invitándoles a que juzguen ustedes mismos.
Les recuerdo que básicamente, y según el séptimo arte, estamos ante el estereotipado  investigador que de entrada es un ser ensimismado en sus proyectos y anda, entre distraído y aislado, en su propio mundo.
Un hombre que como poco es algo rarito, cuando no ha perdido el juicio y está completamente pirado. Estoy seguro que se hacen una idea. Ejemplos desde luego que no faltan, y en este negro sobre blanco, extraidos del libro, les expongo algunos en orden cronológico.
Giovanni Aldini (1762-1834), físico italiano sobrino de Luigi Galvani cuyo tratado sobre la electricidad muscular editó en 1791 con sus propias anotaciones. Es uno de nuestros resucitadores de muertos del libro, gracias a la electricidad. De hecho no faltan quienes piensan que la escritora británica Mary Shelley, se inspiró en él para crear el personaje del doctor Victor Frankenstein, el ejemplo universal de científico loco de ficción, que aparece en su novela Frankenstein o el moderno Prometeo de 1818.
Tal era el entusiasmo que despertó entre los hombres, allá por los siglos XVIII y XIX, el enorme potencial del incipiente fenómeno de la electricidad, que más de uno pensó que no había nada mejor, que meter una buena descarga de voltios en vena a un muerto, para resucitarlo.
Paolo Gorini (1813-1881), científico y matemático italiano conocido, principalmente, como embalsamador de cadáveres siguiendo un procedimiento inventado y experimentado por él mismo. Es uno de los petrificadores de cadáveres de los que les hablaba.
Nikola Tesla (1856-1943) ingeniero, físico e inventor serbio que, como tal, realizó grandes aportaciones en el campo de la ciencia y la tecnología (suyo es el gran invento de la corriente alterna que disfrutamos hoy día). Lo que se dice un visionario.
Sin embargo, como hombre, era excéntrico y extravagante, y su prodigiosa y fértil mente estaba llena de obsesiones y trastornos psíquicos. Sirvan de ejemplo: la manía de dar tres vueltas a la manzana en la que estaba un edificio antes de entrar en él. O la repugnancia que le producían las joyas con perlas.
También está el hecho de que en la mesa y junto a su plato debía haber siempre dieciocho (18) servilletas y el de que, al comer, contaba cuidadosamente las masticaciones. Sin olvidarnos del amor que profesaba a las palomas, bueno más que amor era adoración. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




1 comentario :

Anónimo dijo...

Magnífica reseña. Enhorabuena