Un sencillo paseo por cualquier localidad, y la lectura de los nombres
de sus monumentos, placas, calles, plazas y edificios nos permite hacernos una
idea sobre la historia y cultura de dicho municipio.
No en vano buena parte de ellos tienen un carácter conmemorativo, o lo
que es lo mismo, han sido elegidos para recordar a personalidades, sucedidos y
sucesos que se tienen, o han tenido, por importantes para la colectividad.
Se trata por tanto de una fuente de información que, de alguna forma,
nos permite medir ciertas variables culturales de la población ya que, es
evidente, la elección de los mismos no se ha realizado de manera aleatoria,
sino que responde, a la vez que representa, a señas culturales de la misma y de
su historia.
Unas decisiones que cada municipio toma y que reflejan una proclama
sobre lo que entiende que son sus valores culturales, históricos, sociales y
políticos. Y visto así, no es difícil encontrar reconocimientos relacionados
con la política, la música, la literatura, la religión, la arquitectura, la
pintura o la filosofía.
Todas ellas actividades humanas que han dejado su huella urbana, bien en
forma del nombre del personaje, de la obra o del acontecimiento histórico, lo
que constituye una prueba de lo que la población considera que son sus valores
culturales e identitarios.
Y en dicho paseo, es probable que le haya pasado desapercibido un
detalle no difícil de observar y que, en mi opinión, es de una injusticia
palmaria. Me refiero a la escasa representación que la ciencia, como particular
campo de conocimiento humano, suele tener en nuestras ciudades, bien sea en
forma del nombre de la disciplina, el científico, la teoría o el descubrimiento
en cuestión.
Una falta de presencia callejera que, por desgracia, es solo la punta de
iceberg de un problema mayor con el que sin dudad tiene que ver. Y que no es
otro que el desconocimiento que la mayoría de la sociedad tiene sobre lo que
son la ciencia en general, sus aportaciones y las personas que la han llevado a
cabo.
Un mínimo conocimiento de la misma que es fundamental e imprescindible,
no solo para comprender nuestro pasado, sino para entender cómo están cambiando
nuestras sociedades en la actualidad y cómo lo harán en el futuro. No olvidar
que la ciencia es el motor más importante para explicar cómo ha evolucionado la
humanidad, cómo evoluciona ahora y cómo evolucionará en un futuro más o menos
próximo.
Y yendo de lo general a lo concreto, ¿cuántas calles, plazas,
monumentos, placas o edificios guardan relación con la Ciencia en la villa de Rota?
Les dejo con nuestro Nobel, ‘Al carro de
la cultura española le falta la rueda de la ciencia’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 15
de Febrero de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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