(Continuación) Según el análisis forense de sus cabellos, en el momento
de su muerte había acumulado en su cuerpo setenta y tres partes por millón (73
ppm) de mercurio, frente a las 5 ppm que se consideran "normales".
Por fortuna para él la cosa se quedó ahí, ya que con un poco más de
metal en sangre, además de perder de golpe todos los dientes, habría sufrido
daños en las conexiones neuronales, padecido fuertes convulsiones y, a
continuación, sus riñones se habrían paralizado por completo, acabando con su
vida ¿Amor o veneno?, esa es la cuestión.
Ofray o celebrándolo hasta reventar
Es lo que se podría decir del médico y filósofo francés Julien Ofray de la Mettrie (1709-1751)
tras su temprana muerte. Resulta que en el ejercicio de su profesión curó de
cierta enfermedad al embajador inglés lord Turconnel, quién en agradecimiento,
celebró un banquete en su honor.
Un agasajo que terminó siendo fatal para nuestro hombre, que era un gran
amante de los placeres de la mesa, y no se recató en abusar de un delicioso
paté de águila preparado con trufas. Tan contento y ufano estaba por aquella
curación, que comió tanto que terminó por indigestarse y morir a los pocos
días. Tenía tan solo cuarentaiún (41) años. No olvidemos al gran Paracelso y su máxima “Nada es veneno y todo es veneno; la
diferencia está en la dosis”.
Por cierto, que Ofray, como filósofo, fue uno de los primeros escritores
materialistas de la Ilustración y su
doctrina parte de la física de Descartes
y del sensualismo de Locke, con
quien por cierto se carteaba Isaac Newton,
contándole su mal estado de salud.
Richmann o el primer mártir eléctrico
Georg Wilhelm Richmann (1711-1753), físico alemán que
pertenecía a la Academia de Ciencias de San Petersburgo, donde estaba a cargo
del observatorio astronómico, y que fue conocido en el mundillo científico por
sus estudios sobre algunas sustancias simples como el fósforo (P).
Un no metal del que existen varias formas alotrópicas, siendo las más comunes el fósforo blanco y el rojo, y el primero de ellos, de un
lado, extremadamente venenoso, una
dosis de cincuenta miligramos (50 mg) puede ser fatal y, de otro lado, muy inflamable por lo que se debe almacenar
sumergido en aceite o agua para evitar su contacto con el oxígeno, con el que
combustiona de forma inmediata y violenta.
Pese a estas peligrosas propiedades, ni el fósforo fue el causante de su
muerte, ni sus actividades científicas la razón de su reconocimiento, no. En
realidad, Richmann, se hizo popular
porque murió mientras intentaba reproducir los experimentos eléctricos del
político, científico e inventor estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790).
Resulta que llegó a sus manos la publicación Experimentos y observaciones sobre electricidad, en la que Franklin
detallaba su famosa experiencia con la cometa y que llevó a cabo en Filadelfia
en 1752. Ésa en la que ato a una cometa, con un esqueleto de metal, un hilo de
seda, en cuyo extremo llevaba una llave también metálica y la hizo volar un día
de tormenta. (Continuará)
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