De lo más oportuno fue el comentario que, hace ya unas tres semanas, me llegaba al blog en relación con una entrada del físico teórico estadounidense Richard Feynman (1918-1988) y sus polémicas expresiones. Oportuno digo, dados los tiempos que nos toca vivir en esta “era de la post-verdad”, donde la desinformación no deja títeres con cabeza y casi cualquiera puede ser diana de sus disparos.
No le digo nada si ese cualquiera es nada menos que la mezcla imposible entre excéntrico físico teórico y divertido artista del espectáculo que resultó ser, y a lo largo de toda su vida, el estadounidense.
Una
singularidad de conjunción que unida a la intensidad con la que el hombre mostraba
ambas facetas, hacía que fuera solo cuestión de tiempo un hecho: que su
popularidad se extendiera más allá de las fronteras propias de la física.
De la
(des)información periodística
Periodística porque es en ese contexto donde suele iniciarse buena parte de la desinformación, algo así como lo que nuestro Príncipe de los Ingenios nos dijo a finales del siglo XVI: “Allí, en la cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento, y todo triste ruido hace su habitación, allí, digo, …”. Pues eso.
Y como ha ocurrido con Einstein, Borges, Churchill
o Brecht, por citar a algunos, también a Feynman se le han atribuido
todo tipo de citas, sucedidos, genialidades, curiosidades, chistes y quisicosas,
que las redes sociales se han encargado de expandir con su reconocido potencial
de comunicación, lo que está bien, pero fueran aquellas ciertas o no, lo que no
lo está tanto.
Y a tres de estas citas se refería la amable comentadora del bolg, pidiéndome más afirmación acerca de las mismas que en concreto eran: ‘La Física es a las Matemáticas lo que el sexo es a la masturbación’; ‘La Física es como el sexo: seguro que da alguna compensación práctica, pero no es por eso por lo que la hacemos’.
Y, claro está, ‘Si alguien dice que entiende la mecánica cuántica es que no entiende la mecánica cuántica’, tres maravillas estará conmigo, sean apócrifas o no. Total, qué más da.
Tres
eran tres
Y que así escritas, es un totum revolutum de matemáticas,
física y sexo que está bien, muy bien, de hecho, sin duda la
tripleta citaria tiene una pinta magnífica; otra cuestión es si nuestro hombre las
pronunció o no. Una duda que no existe respecto a sus gustos: le encantaba ir a
los bares de striptease (estriptis
o estriptís) para relajarse, o eso decía, si bien no especificaba qué clase de
relajación.
Tres citas como las hijas de Elena del cuento, ya sabe,
ese que reza “Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna
era buena”, y de las que también podemos decir que ninguna era buena.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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