(Continuación) En pseudociencia más que en ciencia, le decía hace ya unas fechas que convertía la ausencia de pruebas a la poligrafía, entiéndase ciencia del polígrafo, y es que estos instrumentos médicos de registro, en realidad, nada detectan acerca de la verdad o la mentira que dicen los poligrafiados.
Ni mucho menos, aunque “la
ausencia de pruebas no sea prueba de ausencia” como reza la máxima racional del
gran Carl Sagan (1934-1996), previsora de caídas en falacias como la del
argumento de ignorancia o ‘Ad Ignorantiam’ si prefiere el latinajo. Ya,
pero nada es como parece…
Nada es como parece…
Y no lo es porque los
polígrafos tan solo miden reacciones fisiológicas que tienen su origen en el
sistema nervioso autónomo -sudor, latidos del corazón, presión- que luego son
interpretadas y, como toda interpretación, la respuesta dependerá en buena
medida de la subjetividad y cultura del interpretador.
Es decir, no puede ser
cualquier el que realice las preguntas, maneje el instrumento y saque las
conclusiones, por lo que la fiabilidad del resultado queda en duda por parte
del poligrafista de turno que ejerza.
En este sentido, el músico y escritor Julián Hernández (1960), fundador y líder del grupo de punk-rock Siniestro Total, otrora conocido en sus orígenes como Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano, escribió, allá por la última década del siglo XX, que según el Padre Brown los polígrafos resultan infalibles como máquinas, lo que falla es la interpretación de los datos. O sea.
Por otro lado, la prueba
poligráfica como herramienta de detección del engaño a través de patrones no
verbales, en este caso fisiológicos, carece de pruebas consistentes que
respalden su eficacia. No se ha encontrado ningún patrón común en las
respuestas fisiológicas de las personas cuando se inclinan por una u otra
opción, mentir o decir la verdad, de hecho, ni siquiera se ha podido comprobar
que todas las personas respondan de forma diferenciada en uno y otro caso.
...aunque lo parezca
Leí hace unos meses que
el escritor y neurofisiólogo español Germán Sierra (1960), en el
transcurso de una conferencia, contó que cuando se comercializaron los
polígrafos en los EE. UU. se retó con dinero a quien pudiera engañar a la
máquina; al parecer, ya al día siguiente, no pocos nadaban en dólares. O sea
que se la puede engañar. O sea que.
Un feo asunto sin duda, y lo malo es que no queda ahí la cosa. Resulta que varios de los supuestos teóricos en los que se basa la poligrafía, no han podido verificarse de forma experimental o, aún peor, han sido, incluso, refutados.
No es de extrañar por tanto que su uso
haya concitado el rechazo de buena parte de la comunidad científica, dada la
polémica levantada en torno a su utilización y fiabilidad y las pocas pruebas
científicas que existen sobre su precisión. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas
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