lunes, 14 de octubre de 2019

Robinson y Reid, dos hermanas

(Continuación) En lugar de ser recordada como la primera mujer en esto o aquello, preferiría ser recordada, como debería serlo un matemático, simplemente por los teoremas que he demostrado y los problemas que he resuelto”.
Pues sí, a tenor de sus manifestaciones, no parecía importarle mucho a la Robinson lo de las primicias en los logros científicos. Algunos lo llaman orgullo matemático, así de simple.
‘Julia. A life in Mathematics’ (1996)
Desde hacía un tiempo, y dado su precario estado de salud, no eran pocos los allegados que urgían a su hermana Constance para que escribiera una biografía de Julia. Una idea a la que ésta se negaba argumentando que dichos libros debían versar sobre la ciencia, no sobre los científicos. En fin.
Sin embargo, y a pesar de sus negativas, en 1985 -cuando ya se estaba muriendo, en agosto de 1984 le diagnosticaron una leucemia- permitió que Constance escribiera un bosquejo biográfico de ella.
Un boceto que fue publicado después de su muerte como La autobiografía de Julia Robinson, escrito naturalmente por Constance Reid pero en primera persona como si fuera Julia. Con el tiempo dicho boceto, completado con material adicional, fue publicado en 1996 como libro, Julia: Una vida en las matemáticas.
Julia Bowman falleció el 30 de julio de 1985, su frágil salud no dio más de sí. Por cierto, Constance, divulgadora de las matemáticas y conocida biógrafa científica escribió unas magníficas biografías del ya citado David Hilbert, y de los también matemáticos, el alemán Richard Courant (1888-1972) y el polaco Jerzy Neyman (1894-1981). Recomendables.
Adenda: torpeza y perogrullada
Y hasta aquí lo que les quería contar de la señora Robinson, quien por méritos propios bien podría formar parte de esas ‘efemérides redondas’ de 2019 de las que les escribía a primeros de mes. No en vano celebramos el primer (1.º) centenario de su nacimiento, y sólo mi torpeza puede explicar su ausencia en dicho listado.
Torpeza personal digo, pues es evidente que, si bien la capacidad de las mujeres para la investigación científica es una causa a defender más que necesaria y suficiente por sí misma y que no necesita de exageraciones, no por ello debemos dejar pasar cualquier oportunidad de hacerlo.
Es una perogrullada, pero perdonen que lo itere. Si las contribuciones notables a la ciencia por parte de las mujeres, han sido relativamente escasas hasta hace bien poco, no es porque ellas sean inferiores a los hombres, en cualquiera de esas cualidades que deben poseer quienes se dedique a la investigación científica, no.
La razón hay que buscarla en las condiciones a las que han estado sometidas. Es lo que se dice, una de Perogrullo. En cualquier caso y a modo de disculpas les dejo con otra de las citas de Julia: “Por ser tan cabezota, he conseguido lo que he hecho en las matemáticas”.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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