Con dicha expresión se hace referencia a un resplandor
brillante blanco-azulado, que en algunas circunstancias tiene aspecto de fuego,
y que puede verse incluso en dobles o triples chorros, surgiendo de estructuras
altas y puntiagudas como mástiles, vergas, pináculos y chimeneas.
Un fenómeno meteorológico conocido por el hombre desde la
antigüedad, y del que podemos decir que ni se trata de un fuego, ni San Telmo
tiene nada que ver con él, entonces ¿por qué se llama así? Bien, como hay que
dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, empezaremos por
donde se debe, por el santo, que con la iglesia hemos topado.
¿Por qué
de ‘San Telmo’?
Pues porque los primeros en darse cuenta de este fenómeno
fueron los marineros quienes con cierta frecuencia observaban en el mar durante
la tormenta, unos fogonazos en las puntas de los mástiles de los barcos que parecían
durante unos instantes estar en llamas, aunque no ardían, no se quemaban.
Y como creían que era fuego real, ante sucedido tan
extraño pensaron que les había protegido su santo, San Telmo, patrono de
los marineros y a quien invocaban para que les librara del peligro de
naufragar. Me refiero a San Erasmo de Formia (Sanct’ Elmo) del siglo III,
de quien se contaba que continuó predicando después de que un rayo abriera la
tierra cerca de él, sin que le ocasionara el menor rasguño. Una leyenda o no.
Pero el caso es que, aunque el fenómeno meteorológico, fuego
de San Telmo, lleva el nombre en su honor, sin embargo, con el tiempo el
patronazgo se ha terminado atribuyendo a otro santo, a San Pedro González
Telmo (1190-1246), un dominico español al que, vestido con su hábito y con
una vela y/o un barco en cada mano, se encomendaban los marineros españoles de
la conquista de América.
Creían que lo de los mástiles era un signo de su protección
frente a los peligros de la tormenta. Ah, ya que va de patronazgo comentarles
que, además de ser el patrón de los marinos, también es patrón de los violinistas,
no me pregunten el por qué, lo ignoro. También les diré que como santo, suele
ser invocado para remediar los cólicos infantiles, las enfermedades
intestinales, los calambres y dolores propios de las mujeres, y contra la peste
de los animales. No, no me pregunten tampoco.
Otras
referencias sobre el ‘fuego de San Telmo’
A lo largo de la historia no faltan referencias
históricas, literarias e incluso científicas sobre el mismo y así, empezando
por el principio, ya en la Grecia antigua, la aparición de un único fuego de
San Telmo era conocido como Helena o Elena, probablemente
por su significado original de antorcha y traducido también como ‘brillante,
deslumbrante o resplandeciente’.
En la misma asociación mitológica, cuando se producían dos
llamaradas de fuego en los mástiles se las denominaba Cástor y Pólux,
como los dioscuros o hijos gemelos de Zeus, también patronos de
los marineros y que, según sus creencias, calmaban las tormentas a petición de
estos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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