(Continuación) Pero no acabaron ahí los disgustos que sabido es que nunca
vienen solos. Al poco tiempo quedaron embarazados y por desgracia los problemas
de corazón de Julia se agravaron, con lo que perdieron el hijo
que esperaban. Fue un punto de inflexión vital para ella.
A finales de 1942, asiste a un seminario impartido por el matemático
polaco Alfred Tarski (1902-1983), quien planteó un problema para su resolución,
dando alguna semana de tiempo para ello. Pues bien, no habían pasado ni cuarenta
y ocho horas cuando Julia lo resolvió. Ni que decir tiene que poco después, Tarski,
le proponía realizar la tesis doctoral bajo su dirección. La misma que defiende
como Julia Robinson en 1948, con el título Definability and Decision
Problems in Arithmetic.
Lo hace sobre un método iterativo de resolución de juegos y es la demostración de un teorema de convergencia que está considerado como
el más importante en la teoría elemental de juegos. Según el mismo, los números
enteros podían definirse aritméticamente en términos de números racionales y
mediante cierto tipo de operaciones. Lo que está bien.
Robinson y el décimo
problema de Hilbert
Tras finalizar su tesis, la matemática se interesó por el que es
conocido como ‘Décimo problema de Hilbert’, ya saben, uno de
los veintitrés (23) que el matemático alemán David Hilbert (1862-1943) planteó en su
famosa conferencia del Congreso Internacional de Matemáticos (ICM) en París de 1900, y
con el que se preguntaba sobre la existencia de un algoritmo que pudiera determinar
si una ecuación diofántica tenía soluciones enteras o no.
Fue en su publicación de 1961 -junto a Martin Davis (1928) y Hilary
Putnam (1926-2016)- en la que se incluía la ‘hipótesis de Robinson’, consistente
en encontrar una relación diofántica que implicara necesariamente la no existencia
del método aludido por Hilbert. Necesaria pero no suficiente.
No fue hasta 1970, cuando, el joven matemático ruso Yuri
Matiyasevich (1947), encontró una relación del tipo indicado en la
hipótesis de Robinson, usando los términos de la sucesión de Fibonacci. Un teorema que confirmaba
la irresolubilidad del décimo problema de Hilbert y que posibilitó que Julia y
Yuri publicaran varios artículos juntos.
Una asociación entre matemáticos que fue más allá de lo particular, pues
abrió un ambiente de colaboración inusual en esa época entre norteamericanos y
rusos, no nos olvidemos de la “guerra fría”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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