domingo, 13 de octubre de 2019

La señora Robinson. Otras aportaciones y reconocimientos


(Continuación) Pero el caso es que entre tres matemáticos estadounidenses y uno ruso (Robinson, Davis, Putnam y Matiyasevich), y en varios artículos publicados desde los años 40 a los 70 del pasado siglo, probaron que el algoritmo del alemán (Hilbert) no existe, o lo que es lo mismo, la irresolubilidad del ‘Décimo problema de Hilbert’.
Aunque Julia trabajó en otros temas, lo cierto es que sólo se apartó del campo de estudio de las ecuaciones diofánticas y la decidibilidad, en dos ocasiones: una fue su tesis doctoral, dedicada a la resolubilidad e irresolubilidad de problemas matemáticos; y otra, su importante aportación a la teoría de juegos.
Robinson y la teoría de juegos
En este terreno desarrolló el concepto de “dinámica de mejor respuesta”, una especie de instrumento matemático con el que demostró que la dinámica de un jugador ficticio converge hacia un equilibrio de Nash, en una estrategia mixta dentro del marco de un juego de suma cero con dos jugadores.
Se trata de una concepción formulada por primera vez en 1950 por el matemático estadounidense John Forbes Nash (1928-2015), en la que demostraba que las distintas soluciones, propuestas anteriormente para juegos, tienen la propiedad de producir un equilibrio de Nash. Una idea fue ampliamente utilizada con posterioridad en los análisis evolutivos de la teoría de juegos.
Reconocimientos, homenajes y honores
Además de la juvenil medalla ‘Bausch and Lomb’, que recibió como galardón a la mejor alumna de ciencias de su centro, nuestra científica de hoy, entre otros reconocimientos y honores cuenta con haber sido elegida en 1976, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, siendo la primera mujer en conseguirlo.
Y en 1982 la Asociación de Mujeres en Matemáticas (AWM, por sus siglas en inglés) le dedicó la ‘Conferencia Noether’, un evento anual destinado a honrar a mujeres que hayan realizado contribuciones fundamentales a la matemática.
Además, fue la primera mujer en ser presidenta de la American Mathematical Society (1982-1984), y en 1983 se le concedió un Premio McArthur, una beca para respaldar el trabajo de científicos del más alto nivel, dotada con medio millón de dólares (500 000 $).
Y en otro orden de asuntos, permítanme un inciso. Es del todo comprensible que se haga hincapié en todo eso de “la primera mujer en…”, más que nada por lo que supone, una muestra de legítimo orgullo por un logro que va más allá de lo puramente científico. Sí, de acuerdo, pero tengo para mí que esto no iba mucho con Julia, lo digo haciéndome eco de sus propias palabras: “Toda esta atención ha sido gratificante pero también embarazosa. Lo que realmente soy es una matemática. (Continuará)


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