Si bien es cierto que no fue
hasta el 21 de julio de 1969 cuando nuestro único satélite natural, fue
pisado por primera vez por el hombre -cincuenta años ya desde entonces de este
logro de la ciencia y la tecnología-, si bien es cierto les
decía, no lo es menos que, desde muchos miles de años antes el ser humano ya lo
había mirado, observado, adorado, dibujado, temido, recitado, estudiado,
cantado o grabado, por dejar aquí el relato de acciones luneras.
No en vano el hombre
actual, ‘homo sapiens’, una especie del orden de los primates
perteneciente a la familia de los homínidos y única conocida del género ‘homo’
que aún perdura, es el animal que representa por antonomasia el curioso comportamiento
de la curiosidad.
Y he aquí que, fruto de
ella y de la inteligencia desarrollada evolutivamente durante cientos de miles
de años, este animal que somos ha desarrollado toda una serie de conocimientos
que de forma simplista podemos englobar en Ciencias y Artes, es
decir Humanidades, un sinónimo de Cultura y que no es más que lo
que hacemos los humanos.
Por así decirlo vendrían
a ser como las mil caras culturales de la Luna, y precisamente de una de ellas
perteneciente a las artes les escribo hoy, de la música y su relación con la
Luna. Y es que, como una antorcha en la noche, nuestro satélite ha alumbrado
desde el principio de los tiempos, desde que el hombre es hombre, los
sentimientos, los sueños, la inteligencia y los credos de todas las
civilizaciones que alguna vez clavaron su mirada en el cielo nocturno.
Y claro entre ellos la música,
y entre todos los tipos que de ésta hay, empiezo por la clásica de la
que les traigo una deliciosa terna decimonónica: ‘Claro de Luna’ de Beethoven, ‘Los nocturnos’ de Chopin y ‘Claro
de Luna’ de Debussy. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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