Seguro que conoce el singular sucedido astronómico-religioso
implícito en el titular. Siempre, durante la Semana Santa, hay una Luna llena como la que podrá disfrutar
este viernes, a poco que levante la vista al cielo. Un hecho que nada tiene que
ver con factores externos como la casualidad, la coincidencia o, mucho menos,
con la divinidad, no, nada de eso. Si acaso lo tiene con algo más terrenal e
interno, como es el interés de la propia Iglesia.
En principio, esta circunstancia es sólo fruto de un
anacronismo vivo según el cual, las fechas de esta semana se rigen por la Luna y
se determinan a partir del inexacto calendario judío-lunar. Una
dependencia que lo reduce todo a ciencia, con bastante de mecánica celeste
newtoniana por un lado, otro tanto de matemática algorítmica por otro y una
pizca de creencia por estotro. A eso queda reducido tan particular suceso, al
menos en este aspecto, lo que no deja de ser una paradoja.
Y la causa, ya se la habrá imaginado, se halla en
ese Concilio de Nicea del que
escribía la semana pasada, donde se decidió que la Pascua de Resurrección se celebrase el domingo después de la
primera luna llena astronómica que siguiera al equinoccio de marzo
(Hemisferio Norte). De modo que basta echar las cuentas para ver que no tiene
más remedio que ser así, vamos que es de cajón.
Se trata de una cuestión celestial, sí, pero por lo
que de celeste tiene y no por lo que de divino le adjudiquemos, lo que no deja
de resultar curioso. Una de nuestras fiestas mayores está inexorablemente unida
a una de las ciencias del espacio, o lo que es lo mismo, la Semana Santa
depende de la astronomía en una especie de imperativo cósmico. Para que
luego digan que las ciencias no sirven para nada. Sin embargo.
Sin embargo, en este año del Señor de 2019, resulta
que el primer plenilunio se dio el pasado 21 de marzo, justo al día
siguiente del equinoccio del 20 de marzo, lo que supone que el Domingo de
Resurrección debería haber caído el pasado 24 de marzo y no el próximo 21 de
abril, tras la segunda Luna llena del viernes 19 ¿Un error? Pues no, como les
decía más arriba, el cálculo es de cajón si bien hay un matiz, un matiz
religioso que nada tiene que ver con la ciencia.
Resulta que la luna llena
referida en Nicea no es la astronómica sino la eclesiástica, un
plenilunio ficticio definido por la Iglesia mediante unas tablas numéricas y
que ocurre en o tras el 21 de marzo, nunca antes. Esa es la interesada
explicación o la Pascua en su laberinto.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 17
de abril de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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