(Continuación) Unos productos, estos óleos o aceites, que además de tener un secado lento, ideal para realizar mezclas y correcciones en las pinturas, se pueden aplicar en diferentes soportes materiales como lienzo, madera o tabla, metal, piedra, etcétera.
Desde el punto de vista químico, además, resultan ser insolubles
en agua (H2O) pero presentar cierta facilidad de dilución
con productos comunes como la trementina o el aguarrás.
Una cuarta (4.ª) acepción de estos aceites es su uso
sagrado en el ámbito religioso, donde se utilizan algunos de ellos a la
hora de administrar ciertos sacramentos y ceremonias como el bautismo y otros.
Unos aceites consagrados que conocemos como los Santos Óleos, con raíces en el Antiguo Testamento y usados para ungir, como le dije, estamos sin duda ante un término de amplio espectro significativo.
Adenda cultureta
En un
contexto decimonónico de grandes cambios, inventos y descubrimientos en diferentes
disciplinas científicas como medicina, química, electricidad,
óptica o climatología, destacaré en esta ocasión el año, primero,
por estar próximo su duocentésimo décimo aniversario y, después, porque algunos
de dichos eventos han aparecido ya por estos lares enrocados.
Empezando con el año, 1816, conocido como el “Año sin verano”
debido a la extraordinaria erupción del Monte Tambora y su impacto climático en
todo el planeta; eso, además de las repercusiones literarias que seguro estoy recuerda,
sirvan de ejemplo Frankenstein o Drácula, y otras tantas que puede
encontrar en el blog.
Así como algunos inventos entre los que destaca el fonendoscopio o estetoscopio del médico francés René Laënnec (1781-1826), próximo el duocentésimo aniversario de su fallecimiento, en principio un cilindro de 30 cm de longitud consecuencia tanto de su pudor a la hora de acercar el oído al pecho de las pacientes, como de la dificultad para percibir ruidos en pacientes con sobrepeso.
O las ideas del también médico y francés François
Magendie (1783-1855), pasado ya el centésimo septuagésimo (170.º) aniversario
de su fallecimiento, acerca de que el ser vivo y los fenómenos vitales deben ser
estudiados siguiendo un método científico; estamos ante un intento de equipar
la medicina a otras disciplinas del rango de la física o la química.
Sin olvidar, claro, los intentos de otro francés, solo que
éste fue litógrafo y científico aficionado, Joseph Niépce (1765-1833), doscientos
sesenta años ya de su nacimiento, coinventor junto a Louis Daguerre de la
heliografía, el primer proceso fotográfico exitoso que se conoce; por ello
Niépce está considerado como “el inventor de la fotografía”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



No hay comentarios :
Publicar un comentario