(Continuación) Y es que para él dicho viaje espacial no es una aventura imaginada o una hazaña fabulada, es una exploración posible y probable, una posibilidad en ciernes.
Entre sus aciertos cabe destacar la elección del lugar de lanzamiento de su vehículo espacial, no lejos del actual Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral en Florida; al fin y al cabo, era conocedor de la mecánica gravitatoria del genial inglés Isaac Newton (1643-1727).
Y no ignoraba que en esa latitud, próxima al Ecuador, el radio
de la Tierra es mayor por lo que la intensidad de la gravedad (g)
es menor, lo que se traduce en que será necesaria menos energía para
elevar la nave espacial, sí, la inevitable, universal e inexorable ley de la
economía. Además, sabe que podrá aprovechar al máximo el giro del planeta
sobre su propio eje, movimiento de rotación, para el impulso, es decir,
más ahorro aún.
Todo esto se sabía ya en aquella época, como también se conocía el valor de la velocidad de escape de nuestro planeta (11,2 km/s), por eso él escoge para su vehículo una de 16 km/s, que la superaba; nada mistérico por tanto, sólo ciencia, ciencia aplicada.
‘Alrededor
de la Luna’, 1870
En la que es continuación de la novela anterior, en ‘Alrededor
de la Luna’, Verne describe correctamente los efectos de la ingravidez,
de modo que los ocupantes de la nave sólo se encuentran ingrávidos cuando están
en la zona donde se anulan los campos gravitatorios de Tierra y Luna
(es el conocido punto de Lagrange). Lo que resulta ser correcto desde el
punto de vista de la ciencia.
Como casi perfecto resulta también el análisis que hace de la brusca entrada en la atmósfera terrestre, con amerizaje incluido, porque le recuerdo que el escritor hace caer en el mar su cohete aprovechando el “cojín” de las aguas del Pacífico, mucho mejor que el duro suelo.
Y además lo hace en un punto que sólo dista tres millas
del lugar donde se posó el Apolo 11 al regreso de la Luna, ya sabe, el
del primer hollamiento del satélite casi un siglo después, en 1969. Fantástica
realidad.
Pero no todas sus extrapolaciones científicas fueron
acertadas, también cometió, como no puede ser de otra forma, algún que otro
error siendo, quizás, el mayor de ellos el asociado al método de propulsión
de la nave. Resulta que la lanza como si fuera una bala, una experiencia
quizás demasiado peligrosa y traumática para los astronautas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 27 de marzo de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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