Sucedió una mañana del pasado agosto hablando con Miguel -sanluqueño de nacimiento, roteño por amor y hombre conocedor de muchas cosas-, mientras él subía por la escalera de la urbanización Virgen del Mar, allí en la otrora tartésica “Astaroth”, camino de su casa y yo bajaba hacia la playa.
Y fue, una vez arriba él y
yo a sus pies como quien dice, cuando me despidió con el titular de esta
entrega, vamos, dejando la breve charla en todo lo alto.
“Recuerda, Carlos, lo
mejor es enemigo de lo bueno” y se
dio media vuelta sin más, no me diga que no lo dejó en lo más alto. Comprenderá
que, con semejante tipo de despedidas, me pare a hablar con él siempre que
puedo, cuando me lo encuentro en mis paseos por la playa.
Y volviendo a lo que me trae, como seguro sabe, la susodicha frase es una más de las muchas y memorables pronunciadas por el polímata, francmasón y hombre de la Ilustración, el francés François Marie Arouet, más conocido por ‘Voltaire’.
Una historia por cierto, ésta del apodo, con un
punto anagramático e histórico (‘Voltaire’ anagramático [CR-111]) que si
ha lugar le contaré un poco más adelante pues es de lo más curiosa e interesante.
Pero ahora le quiero hablar de la frase de la escalera, de la que le he de confesar
algo, el hecho oírla siempre me ha producido sensaciones encontradas.
De mi infancia y adolescencia
O sea que viene de lejos,
pues ya en la adolescencia no terminaba de entender su significado al resultarme
poco lógico, casi irracional, ¿cómo lo mejor iba a ser enemigo de lo bueno?, ¿en
qué cabeza cabe semejante afirmación?, lo mejor siempre sería mejor y punto.
Sí de joven fui algo impulsivo y mi postura era uno de esos maximalismos, tan propios de esa convulsa edad, de los que la vida con su carga de realidad, paradojismo, contradicciones y suciedad por qué no decirlo, afortunadamente, me ha ido corrigiendo.
Claro que, para entenderme,
ha de colocarse en mi lugar y estar al tanto de mis limitaciones intelectuales que
siempre han sido como para no ignorarlas.
Sirva de ejemplo un botón
infantil: me costó cierto tiempo comprender los carteles del tipo “Prohibido
pisar el césped”, de los que no alcanzaba a entender muy bien el
significado impositivo y de inacción del verbo en tiempo participio. Sencillamente,
no le asociaba al verbo transitivo prohibir, la acepción de negar, privar, impedir
o vedar. Ya ve.
‘Voltaire’
anagramático
Vaya por delante que no hay nada claro al respecto de su
origen y razón, y prueba de ello es que de hecho existen varias hipótesis sobre
el alias de quien vino al mundo llamándose François Marie Arouet
(1694-1778) y terminó siendo conocido para la posteridad como ‘Voltaire’.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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