Va para cuatro años, y fue alrededor de estas mismas fechas primaverales, que le traje a estos predios un par de entradas sobre una de las más extraordinarias historias de amor cinematográfico, una que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial cuando los nazis dominaban Europa y miles de refugiados huían del yugo alemán a través de la ciudad marroquí de Casablanca.
“Tócala otra vez, Sam”
Y entre ellos, también lo hacen el líder de la
resistencia francesa Victor Laszlo (Paul Henreid) y su esposa Ilsa Lund (Ingrid
Bergman) quienes, en busca del contacto que les proporcione un salvoconducto,
llegan al ‘Rick`s Café Americain’, propiedad de Rick Blaine (Humphrey
Bogart), donde su inseparable Sam (Dooley Wilson) toca el piano, y al que acude
con frecuencia el corrupto prefecto de la policía Louis Renault (Claude Rains).
Una maravillosa y explosiva combinación de personajes con cuyo desenlace, por razones evidentes, no le canso. Y si entonces le mostré algunos de sus insuperables diálogos, estupendas anécdotas, sorprendentes sucedidos y, claro está, le hablé de la famosa frase nunca dicha de “Tócala otra vez, Sam”, hoy la utilizo de testigo para hacer algo de historia retrospectiva.
Acerca de algunos misterios
Un análisis posible porque, desde hace décadas, los misterios en torno a la película se han ido desvelando
gracias a diferentes informes que escribieron entre otros Al Alleborn, donde se
menciona cómo el productor Hal B. Wallis contribuyó al guion.
Uno que fue escrito y reescrito una y mil veces, con
la inolvidable frase final ‘Este es el comienzo de una hermosa amistad’
que, dicho sea de paso, se dobló un mes después de haber concluido el rodaje.
O lo que el guionista Julius J. Epstein describió en 1987 de aquel caótico proceso: “A estas alturas, es casi imposible saber quién de nosotros escribió cada cosa. Había mucha confusión porque el estudio tenía una fecha límite, cada año se estrenaban 52 películas y esta era sólo una de ellas”.
Artes y ciencia, 1985
Un status mitológico de Casablanca al que en
puridad contribuyó y no poco Umberto Eco con La estrategia de la
ilusión de 1985, donde afirma que los mejores hallazgos de Curtiz fueron
decisiones tomadas por desesperación y sobre la marcha.
Que el Rick’s Café Américain, el local, “es
un lugar mágico donde ocurre de todo: amor, muerte, persecuciones, espionaje,
juegos de azar, seducciones, música, patriotismo” y que la acumulación
de situaciones arquetípicas, lejos de resultar kitsch, produce un efecto
hipnótico portentoso. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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