Bueno, quizás el pronombre indefinido “nadie” sea algo exagerado, y aunque es cierto que las teorías relativistas eran, y siguen siendo, incomprensibles fuera de los ámbitos especializados e incluso dentro, lo dejo ahí, no lo es menos que estos ámbitos existían y existen.
Incomprensión científica
Muy reducidos, de acuerdo, pero existían; de no haber sido
así Einstein no habría aceptado la invitación española.
Según el historiador Roca Rosell “el nivel de exposición
que utilizó fue muy elevado” y es que “él siempre decía que hacía
conferencias para entendidos” y que “no le interesaba la divulgación”,
lo que puede ser y, visto desde cierta perspectiva, tampoco parecía que tuviera
que ser en sí negativo.
En realidad, es uno de los tópicos que siempre se han relacionado
con Einstein -el que nadie entendiera lo que explicaba-, una inentendibilidad que
en realidad jugaba a su favor porque, entonces como hoy, la incomprensibilidad
parecía más una muestra de nivel y calidad intelectual que no de lo contrario;
un cliché que en pleno siglo XXI convendría reconducir.
Ataque científico
Quien no anduvo muy acertado a la hora de mostrar su
desacuerdo, y hasta escepticismo, sobre la revolución einsteniense, al no dejar
de rebatirla de manera pública en conferencias, publicaciones y artículos de
prensa. Un error sin duda.
Pero lo cierto es que la teoría de la gravitación de Einstein
de 1915, a la que llamó teoría de la relatividad general (TGR), es bastante
contraintuitiva y nada fácil de aprehender. Planteada como una salida ingeniosa
a determinados problemas conceptuales, suponía que la omnipresente, inevitable
e ineludible gravedad está íntimamente ligada al espacio y al tiempo
mediante la geometría. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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