(Continuación) No pensaba volver sobre la luisiense y suspecta expresión de la semana pasada, pero he aquí que un reciente comentario llegado al blog me hace deshacer esa primera intención, aunque desde ya le aviso que es más bien poco lo que, a ciencia cierta, puedo aportarle.
Prefiero que lean algunas de
las publicaciones relacionadas con el tema y sea a partir de ellas cuando se
formen su propia y fundamentada opinión, que sabido es que cuanto menos se lee,
más daño hace lo que se lee.
Mientras le dejo con este doble
aperitivo, enrocado por orden cronológico y de importancia intelectual que en
este caso van de la mano.
‘Dijimos’ unamuniano
El primero, supuestamente, tuvo lugar en el mismo recinto universitario salmantino, solo que en el pasado siglo XX, y es al reconocido escritor y filósofo español Miguel de Unamuno (1864-1936) a quien se le atribuye el pronunciamiento de esta misma expresión.
Sucedió cuando fue restituido
a su puesto de rector en 1930, a las puertas ya de la Segunda República y tras
volver de su destierro de seis años en París y Fuerteventura, destinos donde
había sido mandado por la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
Aunque no es seguro, la
frase, de haber sido pronunciada por el intelectual, lo fue, posiblemente, ya
de forma premeditada, hay pocas dudas que albergar al respecto, y unos cuatro
siglos después de la, también hipotética, del fraile agustino. A este respecto
pueden leer el libro Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno
(2018) de Miguel
Ángel Malavia.
Llama la atención por improbable que la anécdota que conlleva la susodicha frase, fuera pronunciada o no en ese contexto, tuviera lugar en el mismo lugar, la prestigiosa universidad de Salamanca, y por dos personas de la relevancia de Fray Luis de León y Miguel de Unamuno.
De este último y a no mucho
tardar -estamos en el octogésimo quinto (85.º) aniversario de su fallecimiento,
ya sabe una de esas “cifras redondas”-, habremos de meter aguja e hilo a algunos
de los flecos unamunianos que hemos dejado suelto.
Vaya por delante el del vínculo
del pensador con la ciencia y la tecnología, a través de la consabida, usada y abusada expresión
de “¡Que inventen ellos!”. Una controvertida frase empleada por unos y otros,
y con sentidos opuestos a pesar del propósito inicial con la que fue creada. Una
especie de estereotipo español entre el cliché y la paráfrasis.
No entraré ahora, pero ha de saber que existe un magnífico nexo que relaciona al bilbaíno con la universidad salmantina y con una rana o, bien dicho, con un sapo que está subido en una calavera y ambos esculpidos en su portada. Un imperdible sucedido que, además, tuvo secuela. ¿Es verdad que existe un astronauta esculpido en la catedral de Salamanca? (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
quedado con ganas de saber más. ¿que es eso del sapo y la calavera?
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