(Continuación) “A veces sucede así en la vida: cuando
son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina”,
de la escritora británica Daphne du Maurier (1907-1989) que vino hace ya
un tiempo a este negro sobre blanco, a propósito de la versión cinematográfica
de su novela ‘Rebeca’.
Una maravilla la citada obra, literaria y cinematográfica,
en mi opinión, y por supuesto un rotundo “no” por parte de los detractores a
esta vieja costumbre, que en su opinón rebaja tanto a quien la recibe como a
quien la da. No, no a la propina que es facha, como dijo alguien que decía
entender de la cosa ésta. Y dicho lo cual, tras hablarles de los detractores de
la misma, paso al segundo de los grupos de respuestas.
Panegiristas
Frente a los que ideológicamente estaban en contra de la propina,
y con una opinión diametralmente opuesta a ellos, se encontraban sentados
físicamente en la misma mesa y en clara concordia dialéctica, los proclives a dejar
propina en determinados servicios. Por supuesto que en ningún caso lo consideraban
una obligación o costumbre cuasi obligatoria, pero sí pensaban que en España
este acto forma parte de la cultura social y viene a ser una manera cortés de
agradecer un buen servicio.
Una forma pues de expresar gratitud mediante la que
valoramos la calidad, atención, amabilidad, educación y profesionalidad con la
que hemos sido atendido. Aunque eso sí, lo cortés no quita lo valiente, también
explicitaban que si acudían a un bar o restaurante y consideraban que la
atención o el servicio no había sido bueno, entonces no se cortaban un pelo y por
supuesto no dejaban ni un céntimo de euro de reconocimiento económico.
No, ellos tienen bien claro que en ningún
momento la propina denigra ni a quien la da ni a quien la recibe. Un gesto, el
de dejar propina si se está satisfecho, que planteado así en principio resulta loable
si bien habría que tener en consideración el fondo y la forma del acto. Porque
claro, aceptada la mayor y en puridad, uno no puede dejar de plantearse
cuestiones como: ¿qué razón última nos motiva a dejar propina en un
establecimiento?, ¿de qué forma lo hacemos?, ¿qué importe dejamos?
Son como preguntas en busca de respuestas al estilo
pirandelliano, en realidad la misma mitad que personajes en busca de autor del
escritor italiano Nobel de Literatura en 1934, octogésimo quinto (85.º)
aniversario pues y una de esas efemérides que llamamos “redonda”.
Preguntas
en busca de respuestas
Por lo que pude oír en la mesa, la de mostrar gratitud
por un buen servicio mediante una gratificación económica, no es el único
motivo que justifica su existencia. No, y por suerte o desgracia, los hay de
toda clase de naturaleza y condición humana, vean si no: interesada, para
asegurarse un buen servicio la próxima vez; vanidosa, para ser reconocido
socialmente; solidaria, para mejorar el sueldo del trabajador; psicológica, por
una vergüenza mal entendida, por mera costumbre o por monotonía. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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