(Continuación) Claro
que el diccionario de la RAE admite una segunda acepción para el término,
asociado esta vez a las matemáticas y según la cual enésimo hace
referencia a un lugar indeterminado en una sucesión o serie y se le suele
representar por “n”. Y así decimos: “la enésima posición”, “el término general ‘n’
de la sucesión numérica”, “para extraer la raíz enésima de un número debemos...”
o “elevado a la enésima potencia”, en el sentido del exponente de una potencia. Por otro lado, son sinónimos
de enésimo las palabras incierto, indeterminado o infinito.
3. Ley universal de la
economía
La segunda de mis
conclusiones es más que probable que no se le haya pasado por alto al lector
atento y avisado. Estamos ante otra manifestación de una inexorable, básica e
ineludible ley física que impera en todo el Universo, y que consiste en algo
muy simple: hay obtener todo lo que es necesario para sobrevivir con el menor
de los esfuerzos posibles. Una cuestión de supervivencia.
Es la ley de la
economía que en más de una ocasión les he referido y que de manera natural
gobierna todo lo que conocemos. Una especie de imperativo cósmico según el
cual, ningún sistema animado o inanimado que aspire a permanecer en el tiempo
en nuestro universo la puede obviar, así que hay que hacerlo con el menor costo
energético, por el camino que menos resistencia ofrezca. Y la lengua, con su
afán de comunicar, no es una excepción, de modo que su cumplimiento es una
cuestión de supervivencia también para ella, de ahí que, con el paso del
tiempo, hayan consolidado algunas palabras en un entorno que no les es propio,
pero sí propicio.
4. Nunca partitivos
O fraccionarios o
quebrados, ya saben, aquellos numerales que aluden a una parte de la unidad
(doceava, treceavo, …) pero nunca a un orden y posición (decimosegundo,
decimotercero, …), por lo que no se deben usar como sustitutivos de los
ordinales.
Y así decimos de forma
desacertada “vive en el catorceavo piso en lugar de decimocuarto piso o celebramos
el veinteavo aniversario en lugar del vigésimo”, un error que no por ser frecuente
es por ello aceptable y de uso correcto, aunque lo emplee un ministro ‘logsero’
del siglo pasado con problemas de elección gramatical.
Lo dejaremos aquí sin
avanzar más ni en el pecado ni en el pecador porque, ¿quién no se ha equivocado
una y más veces? ¿Qué escribano por bueno que sea no ha echado un borrón en su vida?
Pues ya está. Borrón y cuenta nueva. (¿Continuará?).
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
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