Del griego bíos que significa “vida”
y del latín lumen que significa “luz”,
desde el punto de vista etimológico, el término bioluminiscencia haría
referencia a la producción de luz por parte de ciertos organismos vivos.
Un proceso de conversión directa de energía en forma química a energía en
forma electromagnética dentro del espectro visible, es decir, lo que
coloquialmente llamamos luz.
A pesar de su nombre, se trata de un fenómeno que
está relativamente extendido en prácticamente todos los niveles biológicos.
Desde bacterias, hongos, protistas unicelulares y celentéreos. Hasta
gusanos, moluscos, cefalópodos y crustáceos. Pasando por insectos,
equinodermos, peces y medusas. Y además no es de ayer.
El hombre lo conoce desde hace siglos y de forma documentada.
Plinio
el Viejo
Ya en el siglo I, el polímata latino Plinio
el Viejo (23-79), que realizó estudios e investigaciones en fenómenos
naturales, etnográficos y geográficos, nos documenta en su obra Naturalis historia, acerca de la
existencia en la bahía de Nápoles de ciertas medusas y de una especie de
crustáceos, considerados por otro lado como todo un manjar, capaces de emitir
luz, es decir ser bioluminiscentes.
En sus propias palabras: “está en la
naturaleza de estos peces iluminarse en la oscuridad con una luz brillante
cuando la otra luz es ausente… y destellar tanto en la boca de quienes los
degustan como en sus manos”.
Pero aparte de aprovechar su sabor y satisfacer su apetito y paladar con
ellos el naturalista, hombre sabio, se planteó una aplicación práctica con la
otra no menos brillante propiedad. Impregnar un palo con la húmeda y brillante
viscosidad de una medusa, de manera que “iluminara
el camino como una antorcha”.
Ignoro en qué quedó la cosa, pero pienso no era malo, nada malo, el iluminante
camino que inició Plinio para producir linternas vivas.
Robert
Boyle
En cualquier caso hubo que esperar unos cuantos siglos para que el
naturalista, físico y químico irlandés Robert
Boyle (1627-1691), considerado como el primer químico moderno y, por tanto,
uno de los fundadores de la química moderna, ofreciera una primera explicación
del fenómeno.
En realidad no pasa de ser un primer intento científico por exponer el
misterio de la “luz viviente”. Y que nació de la atenta y sistemática observación
de unos hongos bioluminiscentes, y descubrir que dejaban de producir luz,
cuando eran introducidos en un recipiente carente de gas oxígeno, O2 (g).
Por desgracia no pudo ir más allá. No estaba aún a su alcance, no podía
estarlo, la posibilidad de interpretar desde un punto de vista científico, el
origen de dicha luz.
Pero el tiempo pasa y hoy sabemos que los hongos observados por Boyle experimentaban un fenómeno de bioluminiscencia extracelular, o lo que
es lo mismo producían la luz mediante lo que se conoce como un mecanismo de iluminación extracelular.
En esencia no es más que una reacción bioquímica en la que intervienen una
proteína, un gas, una enzima, un
nucleótido y agua. Nada más que eso. (Continuará)
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