martes, 15 de julio de 2025

Paradoja sónica [CR-317]

[Esta entrada apareció publicada el 13 de junio de 2025, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

“Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?”, es un clásico de las preguntas filosóficas, un experimento mental que genera interrogantes respecto a la observación y el conocimiento de la realidad, y el planteamiento de un debate sobre la existencia de los objetos independientemente de la percepción humana.

Una frase antañona cuyo origen algunos adjudican al filósofo inglés George Berkeley (1685-1753) debido a que en su Tratado sobre los principios del conocimiento humano de 1710 propuso una reflexión al respecto.

Una teoría metafísica sobre el “idealismo subjetivo” que trataba el problema de la naturaleza de los objetos que no son percibidos, y que de manera coloquial se suele expresar como “existir es ser percibido”, si bien desde el punto de vista filosófico existen divergencias al respecto.

No obstante, en puridad y como tal pregunta, sigo con su origen, la frase no aparece negro sobre blanco hasta el tercer número de la revista The Chautauquan, junio de 1883, en el que su autor lista una serie de preguntas y respuestas a modo de pasatiempo.

La de marra era “Si un árbol fuera a caer en una isla en donde no hubiera ningún ser humano, ¿haría algún sonido?”; y su respuesta “No. El sonido es la sensación percibida en el oído cuando el aire u otro medio está en movimiento”.

Solo un año después y en su apartado de cartas del lector, la revista Scientific American corroboraba este aspecto científico-técnico de la cuestión dejando fuera el lado filosófico, “Si un árbol fuera a caer en una isla deshabitada, ¿haría algún sonido?” y a la que dieron una respuesta más técnica aún “El sonido es vibración, transmitida a nuestros sentidos a través del mecanismo del oído, y reconocida como sonido sólo en los centros de nuestros nervios”.

A este respecto se cuenta una anécdota entre Einstein y ¿Bohr?, en la que el relativista le preguntaba al cuántico si realmente creía que “la Luna no existe si nadie la está mirando”, cambio de fenómeno físico, visión por sonido, óptica por acústica, pero misma cuestión.

Desde una perspectiva científica, la caída de un árbol produce una vibración en las moléculas del aire, ondas sonoras que se propagan, y un fenómeno físico que se puede registrar con el instrumental adecuado, aunque nadie esté presente para oírla.

Sin embargo, para que exista sonido, en el sentido de percepción humana, se necesita que alguien pueda escuchar esa vibración. Es decir, las ondas sonoras existen independientemente de que alguien las escuche, pero la percepción humana del sonido requiere de un oído que pueda detectarlas y procesarlas como tal.

Ondas como requisito necesario, mas no suficiente, ergo, estamos ante un debate filosófico (metafísico) que no físico sobre la existencia de los objetos al margen de su percepción.

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