(Continuación) Dejamos la calle homónima, y sin abandonar el distrito, no muy lejos por cierto, nos encontramos con la que es la segunda ubicación del carmonense en este deambular digital sevillano y científico.
Segundo
de él y tercero, y último por ahora, de los edificios que componen el Centro
de Investigación, Tecnología e Innovación de la Universidad de Sevilla,
que desde 2018 lleva el nombre de nuestro catedrático de Bioquímica (1967) y
Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1995) entre
otros reconocimientos.
Por
si no cae ahora el edificio está localizado en la calle Dr. Rafael Martínez
Domínguez (41013) del distrito Sur, junto al Hospital Virgen del Rocío, el
Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS) y no lejos de las facultades de
Biología, Química y Farmacia.
Con semejantes referencias geográficas y científicas ya se imagina que estamos ante un centro especializado en el área de Biomedicina y acierta del todo pues no en vano está dotado de un equipamiento científico-técnico de última generación y de uno humano altamente cualificado y especializado.
Se
trata sin duda de un centro puntero y de referencia en investigación biomédica
nacional, pero antes de centrarnos en el inmueble permítame que avance algo más
con el hombre, con el científico.
Volviendo
al científico y otros “por cierto”
Que
como él mismo nos recuerda fue un niño muy travieso que siempre estaba jugando
en las calles de Carmona y al que no le interesaban en absoluto las ciencias
hasta que su maestra, Isabel Ovín Camps, le mostró todo lo contrario. “Ella
me enseñó a hacer atractivas y comprensibles lo que normalmente era tan difícil
para un niño, las ciencias, despertando en mí la curiosidad y el amor al
estudio”.
Ella fue la primera mujer en obtener en España el título de licenciada en Químicas, ocurrió en la Universidad de Sevilla en 1917; dedicada a la docencia, Ovin fue directora del Instituto Murillo de Sevilla (1941-1945). Aquí hay tema.
Eran
tiempos en los que, por cierto, la familia pensaba que el joven iba para
farmacéutico, de hecho, por así decirlo, le esperaban la bata blanca y la
farmacia de su tío con su “laboratorio de alquimista”.
Un
destino de boticario que sin embargo quedó inédito por otros más ambiciosos, cuando
su maestro en Madrid, el científico y sacerdote español José María Albareda
(1902-1966), le cambió el paso mandándolo en 1954 primero a Münster, Alemania, después
a Dinamarca y a Berkeley, ya se lo he contado.
Por cierto, la céntrica calle Albareda del barrio de la Alfalfa en el Caso Antiguo (41001) no lleva el nombre en su honor sino en el del periodista y político José Luis Albareda afincado en la ciudad, nada que ver por tanto con este relato. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras
en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 10
de marzo de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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