(Continuación) De hecho, el uso de estos productos naturales no es casual y todos ellos se siguen utilizando de una forma u otra.
Elaborando el bálsamo: aceite
Las palabras aceite
y óleo son términos genéricos empleados de forma diferente a lo
largo de los tiempos, para designar líquidos grasos de diferentes orígenes (vegetales,
animales o minerales) que no se disuelven en agua (H2O) y de menor
densidad que ésta.
En la práctica diaria de
la botica renacentista el aceite se usaba para la disolución de lo que hoy
conocemos como principios activos, a la hora de elaborar cremas, linimentos o ungüentos;
un aceite esencial que posee, in vitro, propiedades antibacterianas y
antifúngicas.
Por lo que desde siempre se ha empleado en el tratamiento salutífero de los trastornos digestivos, la función urinaria, o como colerético, colagogo y laxante.
Gramaticalmente, al
principio, el término aceite designaba únicamente al aceite de oliva, y óleo se
utilizaba para todos los demás; un uso que cambió y el de aceite se generalizó
para todos (vegetales, animales o minerales) quedando óleo para los sacramentos
de la Iglesia católica y en la pintura.
Elaborando el bálsamo: romero
El romero, Planta
a la que se le han atribuido numerosas propiedades terapéuticas y con una
popularidad tal, que ya en el siglo XVI se incorporó a la farmacopea española
llevada al Nuevo Mundo.
Perteneciente a la familia de las Lamiaceae, el romero (rosmarinus officinalis) en la actualidad ha demostrado propiedades como colerético, diurético, espasmolítico y estimulantes, formando parte de numerosos preparados, tanto cosméticos como medicinales, debido a uno de sus componentes, el borneol.
Un compuesto orgánico
bicíclico y un terpeno cuya fórmula molecular es C10H18O
y su nombre IUPAC le ahorro por prescindible.
Elaborando el bálsamo: vino, sal
No le canso con los
demás componentes del bálsamo, ya le escribí sobre los conocimientos
terapéuticos de Cervantes acerca de las virtudes de diferentes plantas para
distintas patologías y que pertenecía una familia de sanitarios.
De ahí que Don Quijote, en relación con el vino, aleccione a su escudero, primero hablándole del “profundo sueño” -responsable del posterior efecto reparador y quizás verdadero efecto farmacológico del preparado-, y después advirtiéndole: “Sé templado en el beber, considerando que demasiado vino ni guarda secreto ni cumple palabra”. Hasta aquí la panacea cervantina. (¿Continuará?)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario