jueves, 27 de junio de 2024

Ingrávido y libre. Fotografía y ciencia clásica

Con motivo de su aniversario la revista de divulgación científica Curiosity publicaba esta impresionante fotografía de febrero de 1984, a la que definía como “quizás la fotografía espacial más aterradora hasta la fecha”. Y visto lo que se ve, bien puede ser.

En ella vemos a un astronauta ingrávido y libre, sin nada que le una por seguridad a ninguna nave espacial, solo provisto de su traje y la Unidad de Maniobra Tripulada, UMT, (MMU por sus siglas en inglés, Manned Maneuvering Unit) que lo mantienen con vida y le permite desplazarse.

Fue la primera persona en la historia en moverse libre, sin ataduras, en la más completa soledad por el oscuro vacío del espacio, mientras la nave espacial estaba en frente de ella, a un centenar de metros de distancia, y la superficie de la Tierra a casi trescientos kilómetros a sus pies. Hace falta valor.

Hace falta valor, hace falta valor”

Es precisamente lo que cantaban ese mismo año de 1984 los hermanos Auserón y Enrique Sierra, del grupo musical Radio Futura en su conocida canción Escuela de calor, perteneciente al álbum ‘La ley del desierto / La ley del mar’. Se trata de una de las más populares del grupo, ya hemos “enrocado” algo sobre ello, y dice Hace falta valor, hace falta valor, / ven a la escuela de calor”.

Como en las fotos del primer hollamiento lunar de Neil Armstrong en 1969, el astronauta ingrávido tiene el visor dorado bajado y no podemos ver su cara, un anonimato individual no pretendido pero que sin duda es un símbolo perfecto del avance de toda la humanidad en la conquista del espacio; aunque claro, ya se lo imagina, sabemos de quién se trata.

En esta foto es el estadounidense Bruce McCandless II (1937-2017), oficial naval, aviador, ingeniero eléctrico y astronauta de la NASA, que formaba parte de la tripulación del transbordador Challenger durante la misión STS-41B.

Relatividad galileana

También sabemos que su paseo duró seis horas y cuarenta y cinco minutos, siempre a unos cien metros del transbordador y desplazándose a más de 28 000 km/h, una velocidad de la que no tenía conciencia mientras miraba al transbordador, pues era la misma.

Otra cosa fue cuando miró a la Tierra, a 273 km de distancia, entonces “me di cuenta de que nos movíamos bastante rápido. En un momento, noté que estábamos sobre la península de Florida: fue tranquilizador ver algo que reconocí”.

Es algo que sabemos desde los tiempos de Galileo Galilei (1564-1642), por cierto, estamos en el cuadrigentésimo sexagésimo 460.º aniversario de su nacimiento y el concepto cinemático lo estudiamos en la física bachillera. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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