(Continuación) En 1932 recibía la Medalla de Oro Guggenheim “por la mayor contribución de la época a la seguridad del vuelo en aeroplano”, que recibió en la Exposición Internacional de Chicago (EEUU) de ese año, ante la presencia de diez mil ingenieros de todo el mundo.
No me diga que no es todo un reconocimiento, pero es que
para ese año ya se habían construido ciento veinte (120) autogiros, que habían
recorrido cuatro millones de kilómetros (4 000 000 km) a lo largo de treinta
mil horas (30 000 h) de vuelo. O sea, que además más que merecido.
Dos años después, en 1934, recorría la distancia que
separa Inglaterra de España y en su autogiro acompañaba al vicealmirante R.
E. Bird en su expedición al Polo Sur; al año siguiente, en 1935, por
primera vez en la Historia, un aeroplano de alas giratorias aterrizaba y
despegaba a diario en la azotea del edificio del Post Office Building
Philadelphia Administration. Toda una mejora en el transporte terrestre del
correo hasta el aeropuerto.
Cerró 1935 volando entre Inglaterra y España en repetidas ocasiones y sumando a su palmarés reconocimientos nacionales e internacionales.
1936,
accidente mortal
Paradójicamente Juan de la Cierva fallecía el 9 de
diciembre de 1936, a los pocos meses de cumplir 41 años, en un accidente de
aviación en el aeropuerto londinense de Croydon, durante la maniobra de
despegue de un avión comercial con destino a Amsterdam.
Toda una paradoja del destino si tenemos en cuenta sus
esfuerzos y logros técnicos por evitar los accidentes aéreos, su gran obsesión
por alcanzar la seguridad aérea más absoluta. Su cuerpo fue enterrado en una
capilla católica de Inglaterra hasta que diez años después, en 1946, lo
trasladaron a España.
Ya en 1954 y a título póstumo recibía el nobiliario título de Conde de la Cierva, otorgado el 1 de octubre de 1954 por Francisco Franco y con denominación referida al apellido paterno de la dignidad nobiliaria, un reconocimiento a los méritos científico-técnicos de la persona.
No obstante, dicho título fue suprimido el 21 de octubre
de 2022 tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, lo que contrasta
con la infinidad de reconocimientos que recibió; por ejemplo, al año siguiente
de su fallecimiento, la prestigiosa revista científica Nature, publicaba
la siguiente necrológica, “Señor Don Juan de la Cierva”, lo que da una
idea de la consternación internacional que provocó su desaparición.
En total fueron cuarenta (40) prototipos entre 1920 y
1936, y entre Francia e Inglaterra llegaron a fabricarse más de ciento
cincuenta (150) unidades del C-30 ¿Qué habría sucedido si de
la Cierva hubiera incorporado a su aparato nuevas mejoras? ¿Por qué un
aparato más seguro que los aviones y los helicópteros no llegó a triunfar? ¿Fue
una oportunidad perdida? (¿Continuará?)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 25
de diciembre de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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