(Continuación) Y es que el tratamiento de muchas de estas enfermedades relacionadas con el cerebro requería inexorablemente de la capacidad de rehacer el tejido dañado, es decir, de disponer de nuevas células; algo que se mostraba como poco menos que imposible.
De hecho, cuando en
algunas ocasiones se constataba una leve recuperación, ésta se asociaba con
nuevas conexiones que algunas neuronas habrían establecido para suplir las
desaparecidas, pero en absoluto y en ningún caso con la aparición de nuevas
neuronas.
Nada conocido hasta la
fecha hacía pensar que existiera la neurogénesis adulta, todo apuntaba a que cuando
el cerebro ya se había formado, cuando llegamos a la edad adulta, dejábamos de
fabricar neuronas. Es lo que había.
Neurogénesis adulta
Sin embargo, en esta vida, como seguro sabe no todo o casi nada, elija usted, suele ser como parece. Y no hace mucho se demostró que la neurogénesis se produce en dos partes del cerebro adulto de los mamíferos: la zona subgranular del giro dentado del hipocampo y la zona subventricular de los ventrículos laterales o zona ventricular durante el desarrollo.
Se trata, ya se lo
imagina, del proceso denominado neurogénesis adulta en cuya velocidad algunos
estudios muestran que la hormona esteroidea sexual testosterona (C19H28O2)
en los vertebrados y la prohormona esteroide ecdisona (C27H44O6)
en los insectos, influyen significativamente.
Y al poco empezaron a
aparecer investigaciones que sugerían que, en algunos reptiles, podía darse la
formación de nuevas neuronas en animales adultos; una magnífica noticia sin
duda pues, naturalmente, del cerebro de los reptiles se pasó al cerebro humano.
En el que se fueron descubriendo áreas donde se generaban nuevas neuronas a partir de células madre cerebrales, áreas como el hipocampo, la corteza cerebral y otras zonas en las que este mecanismo daba paso a un gran abanico de nuevas estrategias terapéuticas para las enfermedades del cerebro.
Posibles terapias cerebrales
Que, vaya por delante, aún
están lejos de ser factibles, pero que al menos hoy ya se consideran posibles.
Claro que antes habrá que cumplir varias etapas. Deberemos saber y comprender
cómo se puede estimular la formación del tipo de neuronas necesaria para cada caso.
Es obvio que no serán las
mismas si queremos tratar el Parkinson que la esclerosis múltiple, el Alzheimer
o las lesiones por traumatismos en la cabeza. Y no queda ahí la cosa, a
continuación, habrá que alcanzar otros logros:
Como que se genere la cantidad necesaria y suficiente de neuronas. Se desplacen hacia el lugar correcto. Allí establezcan las conexiones necesarias con otras neuronas muy concretas. Y todo esto se produzca en el orden adecuado. Complejo y complicado, sí, bastante.
Pero imposible, no, si bien a la vista está que resultará poco, poco, probable. Ya veremos. El caso es que no hace mucho lo creíamos imposible, en un cerebro adulto no se podían generar nuevas neuronas, y en la actualidad las expectativas han mejorado no poco.
‘Las ciencias adelantan que es una barbaridad’. La verbena de
la paloma, 1894. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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