[Esta entrada apareció publicada el 06 de mayo de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
¿A partir de qué momento las personas encargadas de describir el mundo natural, y conocidas hasta entonces como “filósofos de la naturaleza”, pasaron a ser denominadas “científicos”? Ya sabe, esas mujeres y hombres que en sentido restringido y para los intereses de esta entrada utilizan el método científico en sus investigaciones.
Se trata de un detalle temporal que no es menor pues, por poner solo un ejemplo, cuando en 1818 la británica Mary Shelley escribió la novela gótica ‘Frankenstein’, nunca utilizó la palabra ‘scientist’ para describir a su héroe, Víctor Frankenstein.
Le recuerdo que la obra
está considerada como la primera de la ciencia ficción moderna y en ella se nos
advierte, proféticamente, sobre los peligros de llevar la ciencia demasiado
lejos; pues bien, a pesar de eso no utilizó el término porque, sencillamente,
no podía. Aún no había sido acuñado, ¿cuándo ocurrió?
No escasean los documentos en los que la respuesta no ya al cuándo, sino al dónde, porqué y por quién aparece meridianamente clara. Según estos, “scientist” se acuñó en Inglaterra y se oyó por primera vez en una reunión de la ‘Asociación Británica para el Avance de la Ciencia’, celebrada en Cambridge en junio de 1833.
La idea fue llevada por el poeta romántico inglés Samuel Taylor Coleridge quien manifestó, por razones que no hacen aquí al caso, que la expresión “filósofo de la naturaleza” ya no era adecuada para “describir a un estudioso del mundo natural”, es decir a los miembros de la asociación.
A esa conclusión había llegado y así lo dijo. Una idea que, si bien
no recibió un apoyo inmediato ni general, sí encontró una cálida acogida en un
grupo de asistentes que se identificaron con ella y entre los que se encontraba
el polifacético inglés William Whewell. Quien inmediatamente sugirió una
nueva denominación y, por analogía con 'artist', propuso ‘scientist’, a
partir de una fusión entre ‘science’ y ‘art’.
De manera impresa el vocablo apareció en 1834, en una reseña del inglés sobre la obra ‘La conexión de las ciencias físicas’ de la genial autodidacta Mary Somerville, científica y escritora escocesa declarada “la reina de la ciencia del siglo XIX”; y con posterioridad apareció en el tratado de Whewell, ‘The Philosophy of the Inductive Sciences’ de 1840.
Luego para buena parte del mundo científico, el término nació en inglés,
‘scientist’, se aplicó por primera vez a una mujer, Mary Somerville, y su autor
fue Whewell, no olvidemos que era un versátil inventor de palabras, una verdadera
máquina filológica que también acuñó ánodo,
cátodo, ion, astigmatismo, electrodo o dieléctrico.
O sea. En fin, lo dicho, para buena parte del mundo él es su autor pero, ya le
digo, no por ello tiene que ser cierto. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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