(Continuación) Es de estos brindis de los que le quiero hablar y en particular, de alguna que otra divertida anécdota protagonizada por el torero o su dedicatoria. (Veinte mil corazones / laten en un silencio / claro y caliente. Brindis). Sí, es de Manuel Machado, el hermano de Antonio.
Alejandro Alvarado “Alvaradito” (1873-1938)
Fue un trianero que pronto abandonó el trabajo de
ceramista por el de torero. El 14 de octubre de 1894 hacía su presentación en
Sevilla y tras ella desarrolló una digna carrera como matador y sobresaliente
banderillero en las que, por razones obvias, no
entraremos.
No obstante, y para los intereses de esta anécdota,
le destacaré un rasgo anatómico suyo, resulta que tenía una cabeza bastante
voluminosa, de modo que su montera era de un tamaño, digamos, considerable.
Pues bien, una tarde que toreaba en la Maestranza le salió un novillo que prometía, había sido bueno en los dos primeros tercios por lo que le preguntó a “Arandita”, su peón de confianza: “¿Tú crees que el novillo está para brindárselo al público?”
Y el tal “Arandita”, con más retranca que otra cosa,
le contestó guasón: “Sí, debes brindarlo al público, pero no dejes la montera
en el albero, que no vas a tener sitio ‘pa’ torear”. Entre Triana y Sevilla.
“Curro Cúchares” (1818-1868)
Francisco Arjona Herrera, también llamado “Cúchares” perteneció a una saga de toreros
en la que no entraremos, basta con saber que la fiesta como arte lleva su nombre
así que, qué más hay que decir. La razón de su presencia aquí se debe, claro, a
un brindis.
Uno que tuvo lugar unos años antes que el anterior, a más mil quinientos kilómetros (1500 km) de Sevilla y lo protagonizó nuestro hombre, un torero hecho en Sevilla donde debutó el 26 de julio de 1833. Pero fue nada menos que en París donde tuvo lugar la anécdota de marras, ésta sí asociada a un brindis.
Lo hizo en una corrida organizada por la emperatriz Eugenia
de Montijo -una buena aficionada que impulsó la Fiesta en Francia al estar
casada con Napoléon III- y fue al emperador, que presidía el festejo, a
quien el lidiador brindó el primer toro diciéndole con la mayor seriedad: “Brindo
por vu, por la señora de vu y por to’s los vus de Francia”. Ya ve por dónde
va el cachondeo.
Intrahistoria de la dedicatoria
Tiene su origen en el “usted” francés, el “vous” que
el espada no dejaba de oír y que a él le sonaba “Bu” con b alta, de forma que
una vez que le aclararon el significado y su correcta pronunciación con uve
baja “Vu”, pergeñó el brindis anterior. O esta otra variante que me llegó vía boca-oreja
de parte de un buen aficionado: “A Bu, a la señora de Bu y al Busito chico”.
O eso dicen. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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