‘Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos’. Es el título completo del ensayo que le traigo hoy y del que, si le soy sincero, lo primero que hice tras poner mis ojos sobre él, fue buscar en el diccionario el significado del término con el que arranca, bullshit. Literalmente “mierda de toro”, tal como lo lee y perdone.
Pero no es en ese sentido escatológico como se emplea en este texto -estamos ante otro neologismo de difícil incorporación traductora, al no tratarse de un término unívoco en inglés-, sino más bien en el de una forma de relatar la realidad que, si bien es cierto, no cae en la mentira pura y dura, no lo es menos que apenas guarda relación con la verdad.
A
lo largo de sus 414 páginas agrupadas en una Nota, un Prefacio, once capítulos,
un nutrido apartado de Agradecimientos y una prolija Bibliografía (en inglés), nos
informamos del origen del concepto y aprendemos a analizar algunos malentendidos
que producen bullshit.
Entre otros: pensar que las correlaciones implican una relación de causalidad; el sesgo de selección de la observación; la visualización de datos a través de gráficos (barras, áreas o en 3D); o el abuso del big data. También nos ofrece una detallada guía práctica para detectar el bullshit; un argumentariono solo para refutar las mentiras sino para denunciarlas; etcétera.
En
definitiva, este recomendable libro es una nueva herramienta para esta era de
los datos, con la que combatir la desinformación y la manipulación de la
verdad que, si bien han existido siempre, ahora, cubiertas de un suspecto
cientifismo con gráficos, porcentajes y jerga pseudocientífica resultan más
difíciles de detectar y erradicar.
Vamos
que estamos ante otro modo de tergiversar o disimular, así que ‘bullshitear’,
perdón de nuevo, no es mentir de forma deliberada sino engañar de forma
disimulada, ya ve por dónde va lo mollar.
Y aunque relacionado estrechamente con la omnipresente fake news, noticias falsas, el bullshit, que podemos sustituir por milonga, bulo o patraña, es un concepto distinto, máxime si atendemos a la intención del que lo emite. Aunque le cueste creerlo, todo hace pensar que el que hace bullshit es ajeno a la veracidad o falsedad de sus enunciados. Ya, pero es que todo cabe en el imperio del engaño.
Ah,
no deje pasar la ironía que supone el principio de asimetría de Brandolini sobre la estupidez: “La
cantidad de energía que se necesita para refutar (o corregir) una estupidez, es
de un orden de magnitud superior a la que se necesita para producir esa misma estupidez”.
Recuerde:
TÍTULO:
‘Bullshit. Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los
datos’
AUTORES: Carl T. Bergstrom y Jevin D. West
EDITORIAL:
Capitán Swing, 2021.
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