(Continuación) Le dejaba ayer con algunas “cara y cruz” de la ciencia del pasado año y, nuevamente desde mi particular punto de vista le digo hoy que 2020, quizás, visto con la perspectiva que da un paso anual de tiempo, se constituya en una singularidad de la historia científica de la humanidad.
Una historia, por cierto,
con casi una manita de siglos de existencia, y una singularidad, sin duda
alguna y por ahora, sobrevenida para mal, quiero decir para nada bueno, pero que
en no mucho tiempo y con alguna duda eso sí, será para bien, o sea para algo
bueno. O eso creo o quiero creer, que al fin y al cabo viene a ser lo mismo.
Y de todos esos logros de
la ciencia del 2020, puede que exista cierto consenso en admitir entre los
exégetas de la cosa, que ninguno de ellos supera la magnitud de los avances generados
en el campo de la obtención y producción de vacunas que permiten
combatir la enfermedad del COVID-19.
Vacunas contra reloj
Una de las pandemias infecciosas más agresivas del último siglo, para la que la comunidad científica ha creado y empezado a fabricar medicamentos y vacunas en un plazo inimaginable de tiempo, uno tan corto que, hasta ahora, hubiera parecido del todo imposible.
Un desarrollo que ha
sentado un precedente histórico en la comunidad científica, en lo que respecta
a la investigación y colaboración, médicas y tecnológicas, a nivel
internacional. Nunca antes
se había puesto en juego tanto (dinero, talento, esfuerzo), por parte de tantos
(gobiernos, industria, investigadores, organizaciones sin ánimo de lucro), en
tan poco tiempo (¿doce meses?) y para un mismo y único empeño (acabar con el coronavirus SARS-CoV-2).
Jamás antes, tantos competidores habían coordinado
su afán para colaborar de forma abierta y frecuente, y con un éxito tan espectacular,
a la hora de realizar ensayos clínicos a gran escala que, de forma simultánea, condujeran
a obtener tantas vacunas candidatas para una misma enfermedad.
Que es una nueva amenaza mundial por supuesto, pero que, dicho sea de paso, no es ni con mucho una de las pandemias más mortíferas hayan azotado a nuestra especie a lo largo de la historia de la humanidad. Afortunadamente.
Haciendo
algo de memoria
Lo que sí es seguro es que
la celeridad con la que se han creado y producido las vacunas, constituye en sí
mismo todo un testimonio de la capacidad potencial y diversa de la ciencia, la tecnología
y la técnica actual. Un testigo con el que arranca una nueva era en el diseño de
vacunas.
Y de la que, de ningún modo, debemos dejar de reseñar que se inició en las
postrimerías del siglo pasado, hace ahora treinta y cinco años cuando, en 1986,
el bioquímico y empresario chileno Pablo Valenzuela (1941), pionero
en el desarrollo de la biotecnología, produjo una vacuna contra la hepatitis B utilizando la técnica del ADN recombinante. Al César lo que es del César…(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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