[Esta entrada apareció publicada el 19 de junio de 2020, en la
contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden
leer]
A las 23 h 44 min, hora oficial peninsular y balear de
este sábado 20 de junio, entraremos de forma plena en la estación estival
astronómica y, de forma no tan plena en la meteorológica, que no es lo mismo la
una que la otra. Un periodo de tiempo que durará 93 días y 15 horas, al terminar
el 22 de septiembre con el comienzo del otoño, que es justo lo que dura
un verano, el tiempo que tarda en llegar el otoño.
Una fecha de inicio que por cierto no es siempre la misma
y que en este siglo caerá en los días 20, 21 y 22 de junio, la más tempranera
en sus postrimerías (2096), ya veremos quienes están aquí para confirmarlo, y
la más tardía ya ocurrió, pues fue en el 2003 ¿Por qué comienza el verano en
esos días?
Como muchos de los asuntos humanos, el inicio de las
estaciones también es fruto de un acuerdo y en este caso, por convenio, viene
dado por aquellos instantes en los que la Tierra ocupa unas determinadas
posiciones en su órbita alrededor del Sol. Para el verano esta posición
se da en el punto de la eclíptica en el que el astro alcanza su posición
más boreal, de manera que solsticio es un término astronómico
relacionado con la posición del Sol en el ecuador celeste.
El día en el que esto sucede logra su mayor declinación norte
y, durante varios de ellos, su altura máxima al mediodía apenas cambia, de ahí
que se la conozca como solsticio, que proviene del latín ‘solstitium’ o “Sol
quieto” y alude a la impresión que produce a simple vista, de estar quieto en el
cielo.
Por supuesto que esto que les digo es para el hemisferio
norte desde donde escribo, porque justo en ese mismo instante, pero en el hemisferio
sur, lo que se inicia es la estación del invierno. Una cuestión de
perspectiva.
Y para que no la pierda, en lo que concierne al
solsticio, ha de saber que la expresión se corresponde con un hecho singular. Trato
de decirle que dura sólo un momento temporal, que el cambio astronómico
de estación se produce instantáneamente, así que ni es una fecha concreta ni
dura un día entero, aunque acostumbremos a llamar solsticio al día en el que sucede
ese instante.
Por el contrario, el cambio meteorológico no se
produce de forma repentina. A causa del doble y continuo movimiento de rotación
y traslación del planeta, aquél tiene lugar de forma gradual y constante, con
el transcurrir de los días, semanas y meses. Le dejo con el bardo: ‘Hay más
cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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