Hace aproximadamente un mes, por
desgraciados y justificados motivos, venía a esta tribuna la polisémica palabra
cuarentena, con algunos de sus significados -cuantitativos y temporales,
cualitativos y preventivos- y términos asociados como puerperio, ‘cuarentañero’
o Cuaresma. También se abordaba lo que expresamos como ‘cuarentena preventiva
sanitaria’, tanto desde el punto de vista de la creencia, como desde el
de la ciencia. Lo pueden leer aquí.
Y fue desde este último campo de
conocimientos, tirando del Diccionario de la lengua española (DEL), de
donde extrajimos el significado que nos conviene para los intereses que nos
traen: ‘aislamiento preventivo al que se somete durante un período de tiempo
a personas o animales, por razones sanitarias.
Definición que no supone necesariamente una
duración de cuarenta (40) días, como nos indica la etimología de la propia
palabra, procedente de la expresión italiana ‘quaranta giorni’. No lo
supone, y hasta donde sabemos la cuarentena de esta enfermedad ronda los catorce
(14) días.
Algo más que hemos aprendido empíricamente
con esta pandemia del COVID-19, originada por el coronavirus
SARS-CoV-2, es una de sus consecuencias inmediatas, la libertad es a menudo
una de las víctimas de las pandemias. Y como todos sabemos, a la altura de la historia
coronavírica que estamos, no va a ser ni de lejos la única ni la más grave, por
supuesto que no. No obstante, ¡resistiremos!
Epidemias,
aislamientos y cuarentenas
Ni que decirle tengo que ni las epidemias como
fenómenos infecciosos, ni los aislamientos y cuarentenas como métodos preventivos
para frenar los contagios son algo realmente nuevo en la historia del hombre.
Con una antigüedad de 3 000 años son unas prácticas que se han utilizado, a
veces de forma indiscriminada y no siempre con los resultados esperados, si
bien es cierto que con el paso del tiempo se han ido perfeccionando.
Utilizadas históricamente como métodos
drásticos para contener la expansión de enfermedades, contra las que la
medicina no tenía recursos (lepra, peste bubónica, fiebre
amarilla, cólera, tifus o la llamada gripe española de
1918), eran el último recurso. Apuntar aquí que nuestro mundo ha estado siempre
mucho más interconectado de lo que a menudo se cree y en él, la propagación de
enfermedades era en muchas ocasiones global, pandemias.
Y aunque como técnicas preventivas los
aislamientos se han utilizado durante milenios, las cuarentenas no nacieron
hasta la Edad Media. El uso moderno del término cuarentena, como procedimiento
formal para el control de una epidemia, se introdujo en el siglo XIV durante
los años posteriores a la peste negra. Más en concreto en 1377, cuando
la colonia veneciana de Ragusa (hoy Dubrovnik), entonces un importante puerto,
puso en funcionamiento el primer sistema institucionalizado de cuarentena de la
historia.
La italiana quaranten hacía
referencia a los cuarenta (40) días de espera portuaria, impuestos a los barcos
y personas como medida de prevención. Pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando
se avanzó en el estudio de los contagios, al dotar de base científica a la cuarentena.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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