(Continuación) Quedé en que cerraría la
saga del paradójico enigma de los dos
padres y lo intentaré hacer antes de que empiece el ferragosto andaluz, un asunto no menor como seguro sabe o intuye. Y
para ello empezaré por la ciencia conocida como pragmática, pragmática lingüística o pragmaligüística.
Pragmalingüística
Una rama de la lingüística que estudia el modo en que el contexto influye en la
interpretación del significado y según la cual, dicho contexto debe entenderse
como un escenario e incluir en él cualquier aspecto extralingüístico como la situación
comunicativa, el conocimiento compartido por los hablantes, las relaciones
interpersonales, etcétera.
Según esta ciencia son varias las
investigaciones y análisis en los que se deben considerar todos estos factores
extralingüísticos, que condicionan el uso del lenguaje y sin embargo no se
tienen en consideración en los estudios puramente formales.
Como tal cuerpo de conocimientos la
pragmática forma parte también de otros campos como la filosofía del lenguaje, la comunicación
y la psicolingüística y en su última
evolución, quizás la más moderna, ha jugado un parte muy importante el filósofo
británico Herbert Paul Grice (1913-1988) y su teoría
de la interpretación de los enunciados.
Grice y sus máximas conversacionales
Básicamente dicha teoría es un análisis
de la noción de significado lingüístico
en términos de significado del hablante. Una herramienta para explicar de qué
modo pueden ser entendidas las elocuciones no literales, basada en la
existencia de un principio cooperativo general en la conversación, del cual
derivan ciertas máximas específicas.
Unas máximas que se incluyen dentro de
lo que Grice llama el principio de
cooperación, que no es más que una especie de condición preparatoria que
todos los participantes deben cumplir para que la conversación sea coherente y todos
los interlocutores entiendan lo que se están diciendo. Lo que no ocurre en el enigma de los dos padres.
Su trabajo, recopilado en su obra Studies in the Way of Words, no es nada
normativo y de hecho el propio autor se dio cuenta de su insuficiencia, al ser consciente
de que hablar es bastante más que dar y/o recibir una información y que, en
efecto, hacían falta otras máximas. No obstante murió antes de poder ampliar o reformular
su teoría.
Bueno ya ven que no he podido cumplir con
mi intención de cerrar la saga del paradójico enigma parental y me he
quedado sólo en el intento, pues acaba el mes y no les he dicho ni pío del
comentario estudiantil de hace unas fechas, ¿Es
lo mismo el subconsciente que el inconsciente?
Pero es que, como dice el dicho taurino:
“El torero propone, Dios dispone y el toro lo descompone”. (Continuará)
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