domingo, 8 de julio de 2018

De la teoría de la evolución darwiniana (1)

Uno de los muchos rellanos que conforman la escalera de la historia de la teoría de la evolución darwiniana se alcanzó el 18 de junio de 1858,
ciento sesenta años lo contemplan ya, cuando el biólogo inglés Charles Darwin (1809-1882) recibió una carta de un joven naturalista británico, Alfred Russel Wallace (1823-1913) ¡La sorpresa que se llevó!

Resulta que en la misiva, enviada desde Malasia donde se encontraba recolectando especies, Wallace esbozaba una teoría basada en un mecanismo de selección natural y le pedía a Darwin que por favor la remitiese para su publicación.
Digo sorpresa y me corrijo, fue todo un sorpresón porque se trataba de la misma teoría y el mismo mecanismo en los que él llevaba trabajando ya veintiun años, desde 1937, y sobre la que preparaba un extenso volumen para fundamentarla.
Y sin saber cómo se encontró con que un casi desconocido y descarado joven había tenido, de forma independiente, una idea similar a la suya, una teoría de la evolución a través de la selección natural. Imagínense, un auténtico problema de autoría al que sin embargo -y por si salía alguno más, quiero pensar- pronto encontraron una solución salomónica.
Decidieron unir ambas investigaciones, repartirse el mérito y presentarla conjuntamente ante la Sociedad Linneana de Londres, junto con una introducción a cargo del abogado y geólogo británico Charles Lyell (1797-1875), que está considerado el padre de la geología moderna, y del botánico y explorador inglés Joseph Hooker (1817-1911).
Lo hicieron el 1 de julio de 1858, otro rellano para la escalera evolutiva, y lo más sorprendente fue que la presentación de dicha teoría no sólo se hizo sin la presencia de sus autores -Wallace seguía en Malasia y Darwin estaba de luto tras la muerte de uno de sus hijos-, sino que el artículo no despertó el menor interés social y no tuvo ni la más mínima de las reacciones en el mundillo científico. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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