El clásico recipiente donde hervimos el
té o cualquier otra infusión, por aplicación directa a una fuente de calor. Y del que se puede decir que “es
más apañado que un jarrillo de lata” por aquello de que también lo podemos
utilizar para servirlo después en tazas o vasos.
Suele ser de diferentes materiales (metal, porcelana, loza o barro), estar provista de tapadera y de
un pico con colador interno o externo, y ésta además está vista con otra luz.
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