(Continuación) Descartada ya en el primer
tercio de varas por indocumentada la categoría
de naturaleza histórica. Recuerden
el “han matado más toreros que ninguna otra”, como explicación incierta del
peligro cierto que el encaste tiene.
Y hecho lo propio en el segundo tercio de
banderillas con la de naturaleza
morfológica, por ser una fantasiosa peculiaridad morfológica, ya saben de
la falacia del “tienen una vértebra de más”. Cambiemos
una vez más de tercio, y ya en el de muerte, veamos si una tercera hipótesis psicológica nos puede aclarar
algo sobre el peligro de este encaste Miura.
“Te mira y te pega una bofetada”
Un peligro que proviene de: a) su variable comportamiento en la plaza a lo largo de toda la lidia y en sus tres tercios, que les hace ser unos astados
imprevisibles, cambiantes y nerviosos que exigen estar muy atentos a ellos porque,
en cualquier momento, pueden manifestar actitudes inesperadas. Lo que nunca es
bueno.
b) La rapidez
con la que suelen reaccionar, tienen algo de látigo en la facilidad con que
se revuelven, que les hace ser tan certeros y contundentes cuando alargan el
cuello o ‘gaita’ para dar una cornada. Sin duda los miuras son de los toros más ágiles que existen y más
difíciles de lidiar.
c) Pero lo que de verdad les diferencia es su
psicología
animal, una personalidad con
reminiscencias ancestrales, complementada con una enorme capacidad
para aprender mucho
y pronto durante la lidia, debido al sentido y la listeza que desarrollan.
Eso al menos es lo que dicen los entendidos
que de esto entienden, al manifestar que los que pastan en la dehesa de
Zahariche reflejan con su escrutadora mirada, una listeza especial, una peculiar
capacidad psicológica para darse cuenta de cuándo es dueño de la situación en
la arena. Es como si con un simple giro de cabeza y gracias a su ‘agaitado’ cuello
pasara revista a la tropa presente.
De modo que si el torero durante la lidia se
achica, el miura se da cuenta y va por él como no lo hace ningún otro cornúpeta.
No, los toreros no pueden dudar ni un solo segundo en la cara de los miuras
pues “saben de qué va el toreo”.
Una especial agudeza y resabios para cuya
justificación y explicación los pretendidos entendidos utilizan, tanto teóricos
argumentos de transmisión oral, como empíricos conocimientos adquiridos en el
ejercicio de la praxis. Pero el caso es que no disponemos aún de hipótesis sociales
y de comportamiento al respecto, por lo que en el argumentario coexisten lo
racional y lo irracional, lo real y lo imaginado, el saber académico y el
popular.
Mejor les dejo con unas palabras del maestro Pepe Luis Vázquez (1921-2013): “Que no se dé cuenta de que le tienes
miedo. Sobre todo que no se dé cuenta, porque entonces abusa de su poder y ya
no tienes dónde meterte”. Pues eso, ojito que tiene usted un miura
Lo que no inhabilita la mayor, lidiar un toro
de esta ganadería es todo un reto al alcance de muy, muy pocos matadores, por
lo que les dije más arriba, lo saludas, te miran y ya te pegan una bofetada.
Lidia y toreo
Una ganadería que es tenida por algunos como
paradigma de la bravura cuando en mi
opinión, prescindible del todo por otra parte, si por algo se caracteriza es
por todo lo contrario. Pero bueno, demos a este asunto un pase cambiado por la
espalda y sigamos con lo nuestro. (Continuará)
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