(Continuación) Pero no ha sido el reciente fallecimiento de Tom Lehrer el único óbito galardonado en esta ceremonia de 2025 pues, también ha sido concedido otro a título póstumo, que podríamos titular “Siguiendo a una uña”. Como lo lee.
Con él se reconoce al médico internista William B.
Bean “por medir, registrar y analizar sistemáticamente la tasa de
crecimiento de una de sus uñas, la del pulgar de la mano izquierda, durante un
período de treinta y cinco (35) años”.
Una temática científica, aunque el premio se le ha otorgado
en la categoría literaria al considerar que el doctor -llegó a publicar seis (6)
precisos artículos sobre el tema
(1953, 1962, 1968, 1974, 1976 y 1980) y todos con una estructura muy similar-
tenía un buen dominio del arte de la literatura científica.
Durante estos años llevó a cabo y en paralelo varias líneas de investigación del crecimiento de sus uñas, sobre todo la del pulgar de la mano izquierda siguiendo la estrategia de realizar una pequeña incisión o marca en la base de la uña (cerca de la cutícula) y registrar el tiempo que tardaba en desplazarse hasta el extremo libre una distancia fija que estimó en 1,45 cm.
Así llegó a documentar las variaciones sufridas por
la uña debidas a diferentes factores internos como la edad o las enfermedades (sufrió
un episodio de parotiditis que detuvo el crecimiento), y a factores externos
como la temperatura, la circulación o la inmovilización.
De las gráficas de velocidad de crecimiento de las
uñas correspondientes al periodo de tiempo entre 1941 y 1977 dedujo que aquella
disminuye con la edad (la figura crece porque indica el tiempo para que la
marca alcance el borde), concluyendo que la uña del pulgar crecía en promedio a
un ritmo de 0,123 mm/día a los 32 años y de 0,095 mm/día a los 67, una cuestión
de edad, por lo que él vio.
También midió (longitud y masa) numerosos recortes de uñas, aunque resultaron ser menos fiables debido al desgaste natural; además confirmó que las de los pies crecen más lento que las de las manos y, entre estas, la del dedo medio es la de mayor crecimiento. Otro sí determinó que factores como la hiperemia, el clima cálido, el embarazo o el hábito de morderse las uñas aceleraban el crecimiento, mientras que la inmovilización o la isquemia lo reducían.
Para Bean, medir la longitud de sus uñas era
ante todo una forma de investigar mecanismos biológicos sencillos y su estudio
constituye uno de los registros más prolongados de crecimiento ungueal en la
literatura médica, además de ser una evidencia de cómo este tejido puede servir
de marcador biológico en procesos fisiológicos y patológicos. Pues ya ve, siguiendo
a una uña, o lo que es lo mismo biología y literatura de la mano. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




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