(Continuación) Uno, el lugar de impresión del mapa pues, como es natural, cada nación utilizaba sus propias direcciones de vientos o puntos cardinales; dos, los cartógrafos solían utilizar tanto los vocablos en latín como en griego, lo que no ayudaba precisamente a aclararse.
Una confusión a la que se añadían la proporcionada por la
arbitrariedad de emplear los puntos cardinales tanto “antiguos” como “modernos”
y la falta de norma para diseñar las rosas de los vientos que cada cartógrafo
ideaba a su particular manera.
Destacar que durante el siglo XIV la mayoría de los mapas
del medievo estaban orientados hacia el Este, indicaban así la dirección del
Paraíso localizando en la parte superior del mapa la representación del Edén a
través de las figuras de Adán y Eva (¿sabe que hay una calle en Sevilla
rotulada así? y el símbolo de la cruz, normalmente la de Malta.
La flor
de lis
Con posterioridad la parte superior fue ocupada por la Tramontana, viento del norte cuyo símbolo en las primeras cartas fue sustituido: primero por la estrella polar, después por la punta de una lanza, a continuación se utilizó la inicial “T” bajo dicha lanza y, a la postre, se recurrió sólo a la inicial del término.
No fue hasta el siglo XVI cuando la representación del
norte fue sustituida por la flor de lis, siendo el mapamundi de
1504 del cartógrafo portugués Pedro Reinel el primer lugar donde aparece
y, también, la primera carta náutica con una escala de latitudes, más de
cinco siglos desde entonces con una forma de dibujarlo que ha sobrevivido hasta
nuestros días, quién lo diría.
Prueba de ello es el hecho de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, tenga a la rosa de los vientos en su bandera, junto a cuatro líneas blancas que parten de ella componiendo su emblema o símbolo, sobre fondo azul que representa al Océano Atlántico que le da nombre a la organización.
Precedente
luliano
Sin embargo, aunque la del portugués es la primera
documentación de la que disponemos, se estima que una rosa de los vientos así
ya fue creada en el siglo XIII y atribuida al mallorquín Ramón
Llull (1232-1315) del que se apunta se inspiró en un símbolo muy
detallado que aparece en el segundo libro de la obra enciclopédica Historia
Natural del escritor y militar romano Plinio el Viejo (23-79).
Treinta y dos rombos (deformados) unidos por un extremo
mientras que el otro señala el rumbo sobre la circunferencia del horizonte; y sobre
todo ello se sitúa la flor de lis con la que se suele representar el norte.
Nihil novum sub sole. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 16
de septiembre de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
No hay comentarios :
Publicar un comentario