(Continuación) Aunque, eso sí, hubo que esperar de entrada algo más de tres décadas para que empezara a ser reconocida su labor, y vino de la mano de otros botánicos que, a principios del siglo XX, investigando en las mismas cuestiones científicas que él, descubrieron y recuperaron su trabajo, reconociéndolo como lo que es, el descubridor de las leyes que llevan su nombre y el padre de la Genética. Estas cosas pasan.
‘Dios
escribe derecho con renglones torcidos’
Y es que, como otras cosas en esta vida, el progreso
de la ciencia no siempre sigue el camino del avance, no, a veces
su trayectoria es zigzagueante y otras se desanda lo ya andado en la
adquisición del conocimiento, llegando a pasar mucho tiempo olvidado hasta que
estos avances fundamentales vuelven a ser descubiertos.
Es lo que sucedió con nuestro hombre y, según los
exégetas, la razón bien pudo estar en la naturaleza, al fin y al cabo
esencialmente matemática y estadística, de los análisis de Mendel, algo
que era poco frecuente.
El caso es que hubo que esperar a que fueran redescubiertos al final del siglo XIX (1900), y de manera simultánea e independiente por el holandés Hugo de Vries (1848-1935), el alemán Carl Correns (1864-1935) y, quizás, el austriaco Erich von Tschermak (1871-1962) que duplicaron los experimentos y los resultados que había obtenido el monje.
Una validación con la que arrancaba la “Era de la
Genética”, que medio siglo después, en 1953, culminaban dos científicos: el
neurocientífico británico Francis Crick (1916-2004) y el genetista
estadounidense James Watson (1928) al descubrir la estructura del ácido dexosirribonucleico,
ADN.
Una doble hélice, la molécula de la herencia, de la que están compuestos los cromosomas, motivo por lo que pasaría a llamarse la “Era del ADN”; lo ya dicho por la santa de Ávila, Dios escribe derecho con renglones torcidos.
El
naturalista agustino
Unas investigaciones en la segunda mitad del siglo XIX
cuyo significado en su momento ningún científico apreció, probablemente ni
siquiera el mismo Mendel, y que fueron ignoradas durante años a pesar de
que el ejemplar de la revista en la que apareció su artículo de 1866 fue
adquirido por más de cien bibliotecas e instituciones científicas europeas. Pues
aun así ni por esas.
Sin embargo, de manera indefectible comenzaba la “Era
de la Genética”, una disciplina que por cierto tiene calle en Sevilla al
otro lado del Guadalquivir (del árabe al-wādi al-kabīr, “el río
grande”), anteriormente llamado Betis (del latín: Bætis, Baetis).
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 13
de mayo de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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