No se olvide, en la noche de este sábado 26 al domingo 27 de octubre, antes de acostarse o mañana al levantarse debe cambiar la hora de los relojes no informatizados atrasándola: en la península, Baleares, Ceuta y Melilla las 3:00 serán las 2:00, una hora menos en Canarias donde las 2:00 pasarán a ser la 1:00; en cualquier caso y para algunos será, quizás, una hora más de sueño o descanso.
Es el segundo cambio horario del año, tras el
del 31 de marzo en el que la adelantamos y las 2:00 pasaron a ser las 3:00, menos en
Canarias donde la 1:00 lo hicieron a las 2:00; igualmente, en este caso algunos
tuvieron por ello una hora menos de sueño o descanso.
Pero para muchos de nosotros estas maniobras
relojeras nos traen alguna que otra duda: ¿son obligatorias? ¿necesarias?
¿resultan beneficiosas? ¿por qué las hacemos? ¿desde cuándo?, preguntas en
busca de respuestas que ya han aparecido en estos predios, pero con las que le
escribo estas líneas por si está interesado (masculino genérico).
Naturalmente esta modificación no solo se lleva a cabo en España, también en otros muchos lugares del mundo e, independientemente del calendario anual que establezca el Gobierno para días festivos y laborales, los cambios de horario se suelen realizar el último fin de semana de marzo y octubre.
Luego no siempre cae en el mismo día del mes, pero
sí de la semana, por ejemplo, el atraso otoñal del pasado 2023, se produjo en
la noche del sábado 28 al domingo 29 de octubre.
Un
poco de historia
El motivo por el que estamos obligados a cambiar
la hora de nuestros relojes en dos ocasiones al año viene ya de antiguo, pues
el de su conveniencia o no, es un debate que ya se llevaba a cabo en la antigua
Roma.
Si bien no es menos cierto que no surge de forma notoria hasta el siglo XVIII en Francia, cuando el científico y político Benjamin Franklin, entonces embajador de los Estados Unidos en dicho país, planteó en 1784, bicentésimo cuadragésimo (240.º) aniversario, adelantar por primera vez en la historia los relojes durante la estación de verano.
La intención no era otra que la de adecuar
las actividades al horario solar, aprovechar las horas de luz natural y de
camino procurar un ahorro en energía para el alumbrado, y aunque
el planteamiento era de lo más lógico, sin embargo, la idea no fue aceptada entonces.
De hecho, no fue hasta dos siglos más tarde,
1905, que el arquitecto inglés William Willet volviera a exponer
la medida del cambio de hora cuando observó que los londinenses seguían durmiendo
cuando ya había amanecido, y pensaba que se perdían la mejor parte del día.
Aun así, la idea no se sustanció hasta 1916 cuando el gobierno de EE.UU. estudió la propuesta y la impuso, argumentando el ahorro de recursos y combustible que suponía; por desgracia, Willet falleció en 1915 sin poder ver su iniciativa en marcha.
Historia patria
Un par de años después, 1918, tenía lugar en
España, una medida que se aplicó desde 1940 aunque
de forma algo intermitente y que se estableció de manera permanente durante el
postfranquismo, en 1974, debido a la crisis energética que se estaba
atravesando.
Estamos pues en el cincuentenario de su
conveniencia o no, y que en nuestro caso se complica más con otro factor, digamos
político: desde 1940 tenemos una discordancia entre el huso
horario que usamos y el emplazamiento geográfico que tenemos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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