(Continuación) En fin, una soberbia canción que escapa a todo análisis. Por cierto, ¿no le maravilla el uso de términos como “genista”, “desguace” y “parca” o la expresión “perfumadita de brea”? ¿Y qué le parece el uso de los imperativos “empujad”, “dejad” y “enterradme”? Una maravilla solo posible pues fue ‘cerca del mar, porque yo nací en el Mediterráneo’.
‘Mare Nostrum’
Es como lo llamaron los romanos (“mar nuestro”), uno
entre tantos otros nombres puestos por las distintas civilizaciones que lo han rodeado
a lo largo del tiempo: egipcios, fenicios, hebreos, griegos o cartagineses.
Es precisamente San Isidoro de Sevilla (556-636),
eclesiástico católico y polímata hispano quien, en el siglo VI, a la vez que lo delimita físicamente de manera correcta,
utiliza por primera vez el nombre propio de ‘Mediterraneum’. Y lo hace en
calidad de geógrafo y hombre de ciencia ya que, etimológicamente, el nombre deriva del latín ‘Mar Medi Terraneum’, “mar en medio
de tierras”, porque es así, se trata de un mar que está entre tierras y no de
una tierra que está entre mares.
Un mar con una longitud de 3860 km, una superficie de unos dos millones y medio de kilómetros cuadrados y una profundidad media de 1370 m, cuyas aguas bañan las tres grandes penínsulas del sur de Europa (ibérica, itálica y balcánica) y una de Asia (Anatolia).
Y que se conecta con el océano Atlántico a través
del estrecho de Gibraltar, con el mar Negro por los estrechos del Bósforo y los
Dardanelos y con el mar Rojo por el canal de Suez. Un mar cálido con un
característico clima homónimo y un estilo culinario propio en toda su cuenca,
que en la actualidad cuenta, para su desgracia, con las tasas más elevadas de hidrocarburos
y contaminación del mundo.
Algo que viene de tiempo atrás pues, sólo catorce
años después y con toda justificación, en 1984, Serrat volvía a
dedicarle otro tema, en este caso el desgarrador ‘Plany al mar’ (‘¡Ay,
quién lo diría / sin rubor. / Miradlo hecho un basurero!’).
La egabrense, ‘dixit’
Si San Isidoro fue el primero en llamarlo
‘Mediterráneo’ allá por el siglo VI, la última persona notable en nombrar a este mar rodeado por los continentes Europa, África y
Asia, hasta donde me consta, no es otra que la ínclita Carmen Calvo (1957).
Perdone si me baila la fecha, le tengo al tanto de que lo mío, un servidor de usted, es ya una edad, pero creo que fue hace ahora siete años cuando la, por entonces ministra de Cultura, se dejaba caer con una epatante afirmación, “El Rocío es la explosión de la primavera en el Mediterráneo”.
Como lo lee. Mucho ministerio cultural, algo de
profesora titular en Derecho, pero lo que se dice de Geografía de España esta
señora poquito, muy poquito. Según la doctora, Huelva está a orillas del
Mediterráneo, ni más ni menos. O eso al menos ella ‘dixit’, ‘Pixie’, ‘Dixie’ o
como demonios lo diga ella. Que al fin y al cabo, quién es uno y qué sabrá.
Pues eso. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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