(Continuación) Hasta se empleaba una frase que hoy podría resultar malsonante por grosera, pero que en aquella época no lo era, se solía decir “echar unos polvos para olvidar el dolor”. No, no iban por donde seguro estoy se está imaginando los propósitos de quienes lo decían, pero es que la Aspirina se había convertido en el remedio por antonomasia, algo lógico y natural dado sus excelentes resultados salutíferos. Ya ve, estimado lector, que la maldad de algunos dichos está, o suele estar la mayoría de las veces, en la mente de quien los interpreta.
Greguería aspirínica
A mediados de la segunda década del siglo pasado,
apenas unos años después de que se comercializara y ya en forma de pastilla,
debía ser tan célebre este medicamento en España que el inefable y prolífico
escritor Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), se sirvió de él
para una de las famosas greguerías, textos breves semejantes a aforismos,
que se inventó.
Una greguería viene a ser una metáfora -una
imagen o asociación de ideas que por insólita desconciertan al lector dibujando
una sonrisa en su rostro-, del tipo “Los cuerpos caen por la gravedad y los
enfermos mueren por ella” o “Newton demandó al dueño del manzano”.
La del escritor y periodista vanguardista que nos trae dice así: “La luna es la pastilla de aspirina que de vez en cuando se toma el terráqueo para sus terribles dolores de cabeza, y si aparece en el cielo de la mañana es que no pudo disolverla”, de su obra de 1917, Greguerías.
Sin duda es una licencia poética que se toma el
madrileño al comparar, por sus formas circulares, Aspirina y Luna,
fármaco artificial y satélite natural. Recuerde que es al inefable don Ramón a
quien debemos la definición de greguería, en forma de igualdad
matemática del tipo 1+1=2, toda una genialidad de las suyas, metáfora + humor =
greguería.
METÁFORA + HUMOR = GREGUERÍA
Pero volviendo a lo que nos trae, y tras el inciso
literario, lo cierto es que desde el principio este medicamento en polvo resultó
molesto a la hora de ingerirlo de ahí que, en 1915, y ya comenzada la Primera
Guerra Mundial (PGM), la empresa alemana ‘Bayer’ lanzara la novedosa
versión en tableta. Todo un acierto de formato pues su fácil ingesta las
convirtió en un indispensable para los soldados que marchaban al frente.
Después, para su consumo, vendrían otras variantes no menos novedosas y comerciales, sabido es que “la ciencia avanza que es una barbaridad”. El caso es que, desde entonces, al comprimido no le han dejado de nacer curiosidades, anécdotas y reconocimientos de distinta índole y naturaleza (musical, cinematográfica, social, literaria, comercial o científica), que nos hablan de su enorme grado de popularidad. Veamos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
una buena e interesante saga 'aspirinera', espero que siga algunas entradas más.
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