(Continuación) A propósito de su actividad como científico (“Si Dios me hubiera pedido consejo…”), quien quizás sea el monarca más visionario del siglo XIII fue reconocido al darle en su honor el nombre de Alphonsus a un cráter lunar.
Uno que con anterioridad había llevado otros
nombres pero que en 1651, el sistema de nomenclatura del astrónomo italino Giovanni
Riccioli (1598-1671), un pionero en la astronomía lunar, se lo otorgó
a él si bien al principio a dicha depresión la llamó Alphonsus Rex (Rey
Alfonso), para después simplificarla retirando el Rex. Un buen
reconocimiento acorde con el gran interés que mostró
por la astronomía, que posteriormente se vio refrendado ya en el siglo
XX cuando fue reconocido como astrónomo en 1935.
A propósito del cráter lunar, sigo en el pasado siglo, el Alphonsus fue uno de los principales lugares de alunizaje alternativo que se consideró en las misiones Apolo 16 y Apolo 17. Como seguro no ignora, esta última, en diciembre de 1972 puso fin, por ahora, al periplo lunar del hombre, siendo E. Cernan (1934-2017) y H. Schmitt (1935) el undécimo y duodécimo de la docena escogida de humanos, que han pisado a Selene. Un club muy selecto, constituido por seis misiones espaciales y doce paseantes lunares.
… y Sevilla
Luces y sombras en la biografía real, sin olvidarnos de
la fuerte vinculación que el monarca mantuvo con Sevilla y ya tratada en el blog.
En otro orden de asuntos -y dado que fue él en 1256 quien mandó crear las Escuelas
de Latín, Árabe y Gramática, auténticos antecedentes de la universidad
hispalense- ¿por qué no llamar a una con su nombre en Sevilla, Universidad
Alfonso el Sabio? ¿Cómo lo ve?
En mi opinión no estaría nada mal, máxime si están en lo cierto algunos exégetas que consideran que en sus ‘Laudes Hispaniae’ y ‘Cantigas de Santa María’, están los orígenes de las primeras saetas a la Virgen que se escribieron en Sevilla. Claro que con el precedente de “… antes Burro”, no parece que sea fácil, no, aunque nunca se debe minusvalorar las vueltas que da la vida.
Sí, póngase en lo peor y acertará por dónde voy. Se trata
de dar una nueva vuelta de tuerca a lo de la “simbiosis del centauro” de
hace unos días, y es que la historia trae sus propias vueltas y revueltas, como
la de la proximidad de la calle otrora calle Burro a una zona sevillana
conocida como Plaza de la Alfalfa. No, no le exagero.
Plaza de
la Alfalfa
Que además está a un tiro de piedra de la vía Don
Alonso el Sabio, y viene a formar parte de una especie de
“darwinismo superlativo” del callejero, perdonen la exageración evolutiva y el hecho
de sumarla como tal a estos recovecos callejeros alfonsinos y équidos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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